Doi: https://doi.org/10.17398/2340-4256.15.279
LA ESCUELA DE SALAMANCA SEGÚN JOSÉ BARRIENTOS: ORIGEN, DIFUSIÓN E
IMPACTO INTELECTUAL EN EUROPA (SIGLOS XVI AL XVIII)
THE SCHOOL OF SALAMANCA
ACCORDING TO JOSÉ BARRIENTOS: ITS ORIGIN, DISSEMINATION AND INTELLECTUAL IMPACT
IN EUROPE (XVI-XVIII CENTURIES)
Germán Scalzo
Universidad Panamericana
Antonio Moreno Almárcegui
Universidad de Navarra
Recibido: 29/07/2019 Aceptado: 23/09/2019
Resumen
Existe en la actualidad un renovado interés por la
Escuela de Salamanca, así como una gran diversidad de opiniones acerca de su
definición y alcance. Este artículo realiza un análisis sistemático de los
autores propuestos por José Barrientos en su Repertorio de moral económica (1536-1670): la Escuela de Salamanca y su proyección (EUNSA, 2011),
pertenecientes a los siglos XVI a XVIII. A partir del estudio de la información
provista por Barrientos –los años de edición de las obras, lugares de
publicación, la variación en los autores citados, las órdenes religiosas a las
que pertenecen y las temáticas centrales tratadas– se pretende contribuir a la
comprensión del auge y decadencia de la escuela, así como su importancia en la
historia económica y política de Occidente. Encontramos en ella el primer
intento de configurar, desde la tradición bajomedieval y el humanismo
renacentista, un pensamiento especializado y sistemático en torno a los
problemas económicos y sociales.
Palabras clave: contrato, don, Escuela de Salamanca, José Barrientos, moral económica.
Abstract
A diversity of
opinions concerning what the School of Salamanca is flourish in contemporary
academic literature, and interest in its study has notably increased. This
paper offers a systematic analysis of the sixteenth to eighteenth-century
authors that José Barrientos presents in his work Repertorio de moral económica (1536-1670): la Escuela de Salamanca y su proyección (EUNSA, 2011).
A study of the information that Barrientos provides –including years of edition
of the different works, the places of publication, variations in the cited
authors, the religious orders to which their authors belong and the central
themes discussed– aims to show the rise and decline of the School, and its
importance for the West’s economic and political history. It concludes that the
School of Salamanca’s efforts were the first attempt to configure specialized
and systematic thought about economic and social problems starting from the
medieval tradition and up to Renaissance humanism.
Keywords: business ethics, insurances, Leibniz, providence, usury.
I.
introducción
En los últimos años ha surgido un renovado interés por
la economía pre-moderna, y en especial por la Escuela de Salamanca[1]. El
presente estudio es un análisis sistemático de la información aportada por
Barrientos en su obra Repertorio de Moral
Económica (1536-1670): la Escuela de Salamanca y su Proyección[2]. José
Barrientos García es profesor titular de Historia de la Filosofía en la
Universidad de Salamanca y, a través de su obra, tiene acreditado un amplio y
profundo conocimiento de los autores y las fuentes de la escuela salmantina. Es
autor de diversos libros acerca del pensamiento salmantino de los siglos XVI y
XVII (como “Lucha por
el poder y la libertad de enseñanza en Salamanca” (1990), “La Escuela de Salamanca: desarrollo y caracteres” (1995) y “Fray Luis de León y la
Universidad de Salamanca”
(1996)), así como de diversos monográficos y ediciones. Esta obra que aquí se
analiza representa el culmen de una vida dedicada al estudio sistemático de las
cuestiones de moral económica tratadas por la Escuela de Salamanca, enriquecida
por el acceso directo del profesor salmantino a las fuentes originales. Es
verdad que los criterios de Barrientos para la selección de autores pueden ser
discutibles; pero también es verdad que hasta el momento no había habido una
obra que reuniera información de manera tan amplia y sistemática –apoyada en el
estudio de 95 autores– sobre la Escuela de Salamanca. Por eso, aunque no hay
acuerdo total sobre los límites y dimensiones de la escuela de Salamanca, en
este trabajo aceptamos como razonablemente representativa la muestra de
Barrientos sobre la Escuela tal como se presenta en la obra citada.
El interés de la obra de Barrientos es triple.
Primero, al no limitarse el autor a los autores salmantinos y extender el
estudio a ‘su proyección’, el análisis de la obra permite valorar la difusión
de Escuela de Salamanca en el espacio –la Europa católica surcada por la
Reforma y el Concilio de Trento– y en el tiempo –segunda mitad del siglo XVI,
el XVII y crisis del XVIII–, aspecto todavía no bien conocido y que nos parece
de un extraordinario interés. Así, la obra de Barrientos descubre la dimensión
‘europea’ de la escuela Salmantina.
El segundo interés de la obra tiene que ver con el objeto
temático: la moral económica. Como se sabe, en estos siglos la ciencia
económica aún no constituye un saber especializado y los autores de la escuela
tratan de estos temas dentro del tratado más general sobre la justicia. Así,
Barrientos ha tenido que hacer una tarea ingente, minuciosa y paciente de
exploración en los textos originales –que conoce de primera mano–, extrayendo
aquello que podría considerarse ‘económico’. Lógicamente, el valor de los
resultados depende de su criterio (y el autor no aclara de modo explícito el
criterio seguido), pero es tal el dominio del autor de las obras de los autores
seleccionados, así como el volumen de referencias recopilado, y tan detallado
el análisis de las citas y autores referenciados[3] que, aunque con errores y
lagunas, los resultados más importantes nos parecen razonablemente sólidos. Por
otro lado, al conocerse y citarse entre sí, estos autores tienden a repetir los
mismos temas, lo que favorece la selección sistemática que encontramos. Por
supuesto, la metodología aplicada a esos datos es responsabilidad nuestra.
Como hemos dicho, Barrientos en su obra distingue
entre aquellos teólogos que pertenecen a la Escuela de Salamanca en sentido
estricto y aquéllos que forman parte de su proyección[4]. Así, el autor no se limita
a un estudio estricto de los maestros salmantinos, sino que va más allá,
extendiéndose a todos aquellos autores influenciados más o menos directamente
por éstos. Esta interpretación amplia de la escuela salmantina posee una gran
ventaja, ya que permite hacer un estudio del impacto en la Europa intelectual
de los siglos XVI, XVII y XVIII de las ideas de los autores salmantinos, que es
el objeto principal de este artículo. Asimismo, de modo indirecto, y esta es la
tercera razón para el análisis de la obra, este estudio permitirá reconstruir
la expansión, auge y crisis del tomismo a lo largo de la Edad Moderna, aspecto
totalmente desconocido hasta ahora, al menos en lo que se refiere al tomismo
explicado en las aulas de las universidades españolas y –gracias a su difusión
jesuita– europeas.
¿Quiénes forman la Escuela de Salamanca para nuestro
autor? Para Barrientos, los miembros de la Escuela de Salamanca en sentido
estricto son los que enseñaron a Santo Tomás en las aulas de la Escuela de
Salamanca siguiendo para ello las directrices marcadas por el colegio dominico
de San Esteban. En la selección de autores, Barrientos considera que la Escuela
de Salamanca es una escuela teológica, fundada por Francisco de Vitoria, que se
basa primordialmente en la doctrina de Santo Tomás, aunque éste no siempre
fuera objeto de las mismas interpretaciones. Esta fórmula permite definir la
Escuela de Salamanca con dos simples vocablos: teológica y tomista[5].
Al hablar de la Escuela de Salamanca como tomista, no
hay que asociarlo con el tomismo concreto de determinados autores, sino como
una realidad cambiante a lo largo de los años. En efecto, el tomismo de Vitoria
no era rígido, sino que era muy abierto a las ideas humanistas: “Vitoria fue un adelantado
en lo que tuvo de renacentista y humanista, [porque] estuvo a la altura de los
tiempos”[6].
Melchor Cano y Domingo de Soto supieron dar continuidad a dicha concepción, que
sufre posteriormente una inflexión, hasta llegar a Domingo de Báñez, que era un
tomista “puro e integral”[7]. De ahí que, como criterio
identificador de los autores de la Escuela de Salamanca, se resalte la adhesión
a las pautas del colegio de San Esteban, que no siempre fueron homogéneas a lo
largo de los años, como se ha mencionado antes. La discrepancia con las
doctrinas que emanaban de dicho colegio son por ende un criterio excluyente, lo
que implica que figuras tan ilustres como por ejemplo Fray Luis de León
(considerado una víctima[8] de la
Escuela de Salamanca) queden al margen.
Por otra parte, el que para Barrientos la Escuela de
Salamanca además de tomista sea también teológica, excluye de este estudio a
los docentes de las facultades jurídicas de la Universidad de Salamanca
(Cánones y Leyes)[9] a pesar
de las posibles coincidencias con los teólogos en cuanto a los temas y
preocupaciones tratadas.
Los miembros de la Proyección de la Escuela de
Salamanca, por su parte, son aquellos que citan en sus obras escritas y
publicadas a los miembros de la Escuela de Salamanca en sentido estricto,
independientemente del volumen de citas o de su adhesión o no a las doctrinas
de éstos. Como es lógico, quedan excluidos de este análisis aquellos autores
que no citan a los miembros de la Escuela en sentido estricto, así como las
obras inéditas de los que sí lo hacen, por obvios motivos de índole práctica[10].
En virtud de estos criterios,
Barrientos elabora una lista de los maestros que conforman el núcleo duro de la
Escuela de Salamanca: Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Mancio
de Corpus Christi, Bartolomé de Medina, Pedro de Aragón, Domingo Báñez, Pedro
de Ledesma, Basilio Ponce de León y Francisco de Arujo.
El resto de los autores que analiza (85), dan lugar a la Proyección de la
Escuela de Salamanca, y tienen diversas nacionalidades (hispánicos, italianos,
belgas, franceses, holandeses, ingleses y alemanes) y pertenecen a distintas
órdenes religiosas (franciscanos, dominicos, jesuitas, agustinos, teatinos,
cistercienses).
El lapso temporal del estudio realizado empieza con el
acceso de Francisco de Vitoria a la cátedra de Prima de Teología de la
Universidad de Salamanca en el año 1526, que marca el inicio de la Escuela de
Salamanca en sentido estricto. El final de ésta vendrá marcado por la última
edición de los miembros de la Proyección de la Escuela de Salamanca ya en el
siglo XVII.
El presente trabajo, a través de un análisis
sistemático de las ediciones, lugares de publicación, citas y temas de los
diversos autores que se abordan en dicha obra, tanto hispánicos como
extranjeros, pertenecientes a los siglos XVI, XVII y XVIII, pretende aportar
evidencia empírica sobre la evolución de dicha escuela en torno a las
preocupaciones sociales de su tiempo, con el fin de obtener una visión completa
de la evolución del pensamiento económico a lo largo de más de tres siglos y de
contribuir al debate sobre los elementos definidores y el alcance de la Escuela
de Salamanca[11].
II.
Metodología
La metodología para este estudio será esencialmente
cuantitativa: se analiza un inventario detallado de los datos recopilados por
Barrientos sobre los 95 autores analizados en su obra. Se proponen tres
estudios concretos. El primero hace referencia a los autores por sí mismos,
analizando el momento en el que vivieron –auge, clímax y decadencia– y lo que
es más importante, qué órdenes religiosas se van a adherir e impulsar las ideas
de la escuela salmantina. En segundo lugar, la difusión por España y Europa de
las obras de la Escuela de Salamanca. Éste es uno de los aspectos más
desconocidos e interesantes del trabajo que estudiamos. Barrientos enumera para
cada autor las ediciones de sus obras haciendo especial hincapié en la fecha y
lugar de edición. Esta información nos permitirá reconstruir minuciosamente el
impacto editorial de la Escuela de Salamanca en la Europa de la Edad Moderna, así
como una recomposición del mapa de la influencia salmantina durante la Edad
Moderna. En tercer lugar, un análisis sistemático de las citas que aparecen en
la parte de sus tratados que dedican a cuestiones de moral económica, en total,
un conjunto de 140.929 referencias que permite individuar quiénes constituyen
en cada momento las autoridades intelectuales sobre las que asientan sus ideas,
al tiempo que observamos cómo evoluciona en el tiempo la memoria colectiva de
esta escuela. Para ello hemos tomado la fecha de la primera edición de la obra,
que marca el momento de creación de una idea y es idóneo para reflejar el clima intelectual de
la época. El estudio es de un enorme interés, pues el Renacimiento y el Humanismo
impulsaron la revisión sistemática de las fuentes de la Tradición, al tiempo
que la Reforma protestante discutía su autoridad, sentando las bases de un
nuevo orden económico y social.
Por otro lado, el periodo de estudio está atravesado
por la Reforma católica del Concilio de Trento, en el que van a participar
algunos de nuestros teólogos. Surgen entonces las siguientes preguntas: ¿cómo
influyó ese convulso y dinámico ambiente intelectual en las referencias que
utilizan nuestros autores? ¿Hubo una vuelta a la Tradición, Patrística y Magisterio,
tras el Concilio de Trento? ¿Hubo un repliegue sobre los autores
‘escolásticos’, como fuente ‘segura’ en un momento de incertidumbre?
Respecto al análisis cuantitativo de los términos de
referencia más importantes en el pensamiento de los autores analizados
(Barrientos hace un inventario sistemático de los índices dedicados a temas de
moral económica de cada una de las obras de los 95 autores que comenta) se
analizan un total de 3.914 apartados. Los índices de las obras siempre están
estructurados en varios niveles, por ejemplo: libro, cuestión, artículo,
respuesta. Naturalmente, un libro puede tener varias cuestiones, cada cuestión
puede tener varios artículos, y a su vez cada artículo puede tener varias
respuestas. Por lo tanto, se ha empleado siempre como unidad de información el
nivel mínimo, es decir el apartado menor (que, en este caso, sería la
respuesta).
Esta metodología requiere aún una precisión.
Lógicamente no es lo mismo que un término aparezca en un libro a que lo haga en
una respuesta. Si el término aparece en el apartado menor no habría problema.
La cuestión es cómo dar un peso mayor en nuestro análisis cuando un concepto
aparece en apartados superiores, lo cual se resolvió calculando el producto de
los apartados en los que el vocablo aparece. A modo de ejemplo: una obra con un
libro que tiene 3 cuestiones, cada una de ellas con 3 artículos, y a su vez
cada artículo tiene 5 respuestas. En ese caso, si el término aparece en el
libro, su peso específico será igual a 3*3*5= 45; si aparece a nivel de
cuestión, entonces sería 3*5=15; mientras que, si aparece a nivel de artículo,
entonces sería simplemente 5. Se ha procedido de esta manera para medir la “importancia relativa” de cada uno de los 51
términos centrales escogidos como fiel imagen de los temas tratados por los
autores.
Establecido el criterio cuantitativo para medir la
importancia de los temas, se asigna su “presencia” nuevamente a la fecha de la primera edición de la obra. El
objetivo del análisis es establecer las ideas centrales en torno a las que se
desarrolla el pensamiento de la Escuela de Salamanca, su evolución en el tiempo
–qué ideas pierden importancia con el paso del tiempo, qué otras nuevas les
sustituyen– o cuál es el grado de asociación de las ideas entre sí. O, por otro
lado, cuáles son las ideas fuerza según las órdenes religiosas, para así
mostrar las diferencias entre las distintas órdenes si las hubiera. Finalmente,
cabe destacar que no es el objeto de este estudio describir el pensamiento de
un autor, sino el lograr una aproximación a la atmósfera mental de una Escuela,
describir el universo de referencias básicas en torno a las que organiza la
resolución de los problemas económicos que se plantean.
III. Análisis de
autores y difusión de sus obras
En esta primera sección se intentará encontrar cómo se
distribuyen temporal y espacialmente los autores de las dos categorías antes
explicadas. Para ello, en primer lugar, se ha estudiado la evolución temporal
del número de autores a lo largo de los siglos XVI y XVII por órdenes
religiosas. Luego se verá la evolución temporal del número de ediciones que
estos autores logran publicar y dónde lo hacen.
El gráfico 1 muestra el número de autores por orden
religiosa. Para su elaboración, a la fecha de nacimiento de cada uno de los 95
autores se han añadido 35 años, considerando que es ése el umbral a partir del
cual un autor es “fértil” literariamente y empieza
a plasmar en su obra las influencias recibidas.
Gráfico 1.
(Elaboración propia).
Como se ve en el gráfico, el número de autores no deja
de crecer a lo largo del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, llegando a un
máximo en torno a los 20 primeros años del siglo XVII, para caer de modo
precipitado en la segunda mitad de este siglo.
Asimismo, durante gran parte del siglo XVI
franciscanos, agustinos y dominicos son las órdenes religiosas que aportan un
mayor número de autores. En efecto, de los 10 maestros pertenecientes a la
Escuela de Salamanca en sentido estricto la mayoría son dominicos (7 de 10),
por lo que es perfectamente comprensible que los primeros en recoger y difundir
sus enseñanzas sean, en su mayoría, miembros pertenecientes a la misma orden
religiosa.
En el último cuarto del siglo XVI se produce, ya en el
seno de la Proyección, un ascenso fulgurante de los autores pertenecientes a la
Compañía de Jesús. El relevo entre jesuitas y dominicos se produce ya en 1581
(6 teólogos jesuitas contra 5 dominicos), quedando el devenir de la Proyección
de la Escuela de Salamanca completamente en manos de los primeros.
De este primer análisis se puede resaltar la gran
importancia e influencia que tenían los maestros de la Escuela de Salamanca,
que en pocos decenios marcaron con sus obras a un gran número de autores. A
pesar de ello no hay que olvidar, ni ahora ni a lo largo de los demás estudios
empíricos que se llevarán a cabo, que los jesuitas eran –según Barrientos– los “nuevos teólogos que, bajo
manto de seguidores de Santo Tomás, enseñaban doctrinas totalmente contrarias a
las del doctor Angélico”
[12] al no
ajustarse a las pautas del colegio de San Esteban para la interpretación del
Aquinate.
El próximo paso, una vez
analizado el número de autores, será determinar si existe una correspondencia
entre éstos y el número de ediciones que publican. Que una orden religiosa
posea un mayor número de autores no implica que tuviese una mayor influencia o importancia; ésta vendrá
determinada por el número de ediciones. Para ello se ha elaborado la media
móvil del número de ediciones que cada una de las órdenes vistas anteriormente
publica a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, recogidas en el gráfico 2.
Gráfico 2.
(Elaboración propia).
El resultado encaja bien con el análisis efectuado
anteriormente. Durante gran parte del siglo XVI las ediciones pertenecientes a
los miembros de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos) son la
mayoría, disminuyendo sensiblemente a partir de 1590, para ir cayendo
lentamente en el olvido durante los dos siglos venideros.
Por su parte, las ediciones de los miembros de la
Compañía de Jesús empiezan a hacerse sentir a partir de 1593, para protagonizar
posteriormente un ascenso imparable, llegando a las 14 ediciones en 1622. A
partir de entonces, la difusión de sus obras tiende a perder fuerza
rápidamente. En la segunda mitad del siglo XVII el número de ediciones
desciende a dos tercios, para casi desaparecer en el siglo XVIII, con apenas
una obra por año como media. Es muy relevante resaltar que cuando aparece la
Ilustración hacía ya varios decenios que el poder de difusión de las ideas de
la Escuela de Salamanca y de su Proyección había decaído notablemente.
En cuanto a la difusión espacial de las ediciones
abordadas vemos nuevamente fuertes diferencias entre órdenes religiosas. Las
órdenes mendicantes centran sus ediciones en las ciudades españolas: Salamanca
(38), Zaragoza (15), Barcelona (15), Madrid (12) y Toledo (10). A excepción de
los casos de Lyon y de Venecia (34 y 16 ediciones respectivamente), las
ediciones en las demás ciudades de Europa no supera nunca la decena. Por su
parte, los jesuitas diseminan sus publicaciones a lo largo de todas las grandes
urbes ‘católicas’ del Viejo continente, entre las que destacan Lyon (91),
Venecia (55), Colonia (45), París (34), Amberes (35), Roma (27), Maguncia (15)
y Milán (14). En cambio, su presencia en las ciudades españolas es escasa, e
incluso nula, en ciudades como Salamanca y Toledo.
Para estudiar el peso relativo de las ediciones de
cada orden religiosa en las mismas, y con el objetivo de facilitar el análisis
y la comprensión de la gran cantidad de información que se está reflejando, se
han agrupado los centros de publicación más importantes de España[13] y de
Europa[14], y se
exponen en el Gráfico 3.
Gráfico 3
(Elaboración propia).
Como era de esperar, los jesuitas copan el 71% de las
ediciones en las grandes ciudades europeas de la época, mientras que la orden
franciscana y la dominica aglutinan un exiguo 10% cada una. Si se pone la
atención en las ciudades españolas, la imagen cambia diametralmente: en ellas
los dominadores son los franciscanos (35%) y los dominicos (30%). Los jesuitas
apenas publican un 17% de sus ediciones en España. Los agustinos por su parte
no alcanzan ni siquiera un 1% en ninguna de las categorías analizadas.
Con este primer análisis se concluye nada más allá de
la existencia de una ruptura temporal y espacial en cuanto a las órdenes
religiosas a las que pertenecen los teólogos estudiados. Se verá más adelante
si las acusaciones que se vertían contra los jesuitas en el seno de la
Universidad de Salamanca eran ciertas, ahondando en los temas y las citas que
trataban en sus obras.
IV. Análisis de citas e
influencias
El enorme volumen de citas plasmadas por Barrientos ha
permitido dividir las citas que cada autor realiza en sus obras en siete
categorías: Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento), Teólogos Medievales
(de la Alta y Baja Edad Media), Magisterio y Padres de la Iglesia, Escuela de
Salamanca, Teólogos de la Proyección, Canonistas y Civilistas y las Fuentes del
Derecho (Derecho Romano, Canónico e Hispánico entre otros).
El objetivo es definir la ‘memoria común’ de la
escuela; o al menos, comprobar si a lo largo del tiempo se mantienen
referencias comunes fundamentales. El desarrollo temporal de algunas de las
citas más relevantes ayudará a dilucidar si los teólogos de la Proyección
comparten las mismas fuentes que los de la Escuela de Salamanca. Aunque ya se
ha visto que pertenecen eminentemente a órdenes religiosas distintas de las
anteriores y que publican en lugares distintos, lo que se pretende ahora es ver
si son verídicas las acusaciones vertidas contra los jesuitas, considerados
como “nuevos teólogos”[15], rompedores de la tradición
anterior. Para ello, el primer análisis no puede ser otro que comparar la
evolución temporal de las citas a teólogos medievales (donde se encuentra Santo
Tomás de Aquino, figura primordial entre todas, junto a autores como Silvestre
Oreiro, Tomás de Vio Cayetano, Duns Escoto, y Conrado
de Summerhat, entre otros) con las citas que los
miembros de la Proyección realizan de sí mismos.
La hipótesis que aquí se sostiene es que, si estas
acusaciones vertidas contra la Compañía de Jesús fueran falsas, el peso de las
citas hechas a los teólogos medievales, en especial al Aquinate, debería
mantenerse constante a lo largo del tiempo. Para saber qué ocurrió se utiliza
el número de citas recabado por Barrientos (en porcentaje del total de citas
del periodo) para cada categoría estudiada.
El Concilio de Trento –finalizado en 1563– provoca un trastoque
inicial de las referencias de los autores, como se puede apreciar en la fuerte
caída (casi un 15%) que conduce al punto relativo al decenio 1570-1579. Los
teólogos medievales representaban hasta entonces casi la mitad de las citas,
siendo para los autores la referencia intelectual más relevante para solucionar
las cuestiones de moral económica planteadas. Es entonces cuando se produce un
relevo en dichas referencias, pasando los teólogos de la Proyección a citarse
masivamente entre sí. A finales del siglo XVII el 80% de las citas son a
teólogos de la Proyección, mientras que los medievales apenas llegan al 10%
(ver Gráfico 4). Así, los datos sugieren un giro importante en la ‘memoria
común’ como referencia de su pensamiento.
Gráfico 4 (Elaboración
propia).
Según nuestro análisis de los
datos que aporta Barrientos, la evolución de las citas relativas a Santo Tomás
de Aquino sufre una evolución similar. A mediados del siglo XVI, es el autor
individual más citado en las obras de moral económica analizadas; tras Trento,
su importancia se diluye progresivamente, representando apenas el 2-3% de las
citas en las obras del siglo XVI (ver Gráfico 5).
Gráfico 5
(Elaboración propia).
Según los datos de Barrientos, la evolución de las citas
de la Sagrada Escritura, Patrística y Magisterio sufren una evolución distinta,
marcada por los conflictos en el seno de la Universidad de Salamanca y por las
disputas entre biblistas y escolásticos en Trento, que reflejan la existencia
de dos tendencias encontradas en el seno de la Universidad. Según Barrientos,
la primera, anclada en el escolasticismo especulativo, tenía una mentalidad
estrecha, rutinaria y estática; miraba al pasado y se oponía a toda innovación
y a un sano y prudente progreso. La otra, más abierta y dinámica, cree en un
prudente progreso y trata de conciliar lo positivo y lo especulativo, dando
cabida a las exigencias de los humanistas y utilizando los avances de la
filología y los conocimientos lingüísticos en la interpretación de los textos
bíblicos al momento de explicar el dogma. Esta tendencia no despreciaba la
escolástica –aunque de ello fuera acusada–; antes la creía útil y necesaria,
pero dentro de unos justos límites[16].
Los máximos exponentes de la primera corriente
–denominada “tradicionalista”– eran Cano, Sotomayor,
Peña, Gallo, Guevara, Medina y, sobre todo, Báñez[17]. Estos rompieron las
vinculaciones con el humanismo abiertas por Vitoria y continuadas por Soto y
Cano[18],
iniciando un proceso de análisis y rectificación de la doctrina. Precisamente
cuando dicho proceso entraba en plena ebullición aparecieron los denominados “hebraístas”, pertenecientes a la
segunda corriente: Fray Luis de León, Gaspar de Grajal
y Martín Martínez de Cantalapiedra, quienes, como se ha dicho, buscaron
incorporar a los métodos de interpretación de la Sagrada Escritura las
conquistas y aportaciones de la lingüística y del estudio de las letras
antiguas[19].
En efecto los tradicionalistas, defendiendo el valor
de la escolástica[20],
acabaron por aplastar a la corriente progresista, ya de suyo minoritaria, con
la investigación inquisitorial y procesamiento de los tres maestros hebraístas
(1571-1578)[21]. El
estudio cuantitativo de las citas realizado confirmaría estas tendencias
históricas apuntadas. El proceso de “rectificación”
obrado por algunos de los maestros salmantinos, distanciándose de las
corrientes humanistas abiertas por Vitoria, se puede apreciar a través de la
fuerte caída que experimentan las citas a la Sagrada Escritura, al Magisterio
de la Iglesia y a la Patrística durante el decenio 1550-1559, perdiendo gran
parte de su peso.
La práctica desaparición de la corriente progresista
tras el proceso inquisitorial dará inicio a una tendencia que será continuada
por los teólogos de la Proyección a lo largo del XVII. Los teólogos jesuitas, a
diferencia de lo que ocurría antes, prosiguen con este “legado” intelectual de sus maestros y se alejan todavía
más de las fuentes originales.
Por último, dada la tremenda importancia que tendrá el
derecho (ius)
a lo largo de los siglos XVI y XVII[22], se analiza la evolución
temporal de la importancia de las referencias por parte de los autores de la
Escuela al Derecho Romano y al Derecho Canónico, en el Gráfico 6.
Gráfico 6
(Elaboración propia).
Según los datos que aporta Barrientos, para los
teólogos de la Escuela de Salamanca el Derecho Canónico posee, como fuente de
conocimiento para la resolución de problemas, una importancia mucho mayor a la
que tiene el Derecho Romano. Esta tendencia se modifica suavemente ya a finales
del siglo XVI, cuando a la importancia del Derecho Canónico se añade un
creciente interés por el Derecho Romano, que es fuente mayoritaria de
referencia a partir de 1590. Ello, como se verá a continuación, está en
sintonía con la evolución temporal de las preocupaciones de los teólogos,
centradas en el XVI y en el XVII en temas de naturaleza “financiera”.
V.
Análisis temático
Para una aproximación a los contenidos fundamentales
de la Escuela de Salamanca, hemos analizado la frecuencia de todos los términos
utilizados en los índices de las 95 obras reunidas en la base de datos. De
estos términos, hemos seleccionado 54 conceptos, de acuerdo a las palabras con
frecuencias más altas, pero también teniendo en cuenta aquellos términos que,
por el espíritu de la Escuela, cabría esperar, como por ejemplo conceptos
ligados a la amistad, la caridad, el don, o bien a los radicales económicos[23]. Esta
primera aproximación nos permitió un acercamiento a las ideas centrales que
vertebran el discurso de los salmantinos, así como sus intereses, de acuerdo
con los temas presentes –o ausentes– en sus tratados, que, en un segundo
momento, hemos agrupado en grandes áreas temáticas, cómo veremos a
continuación.
Conviene recordar que la Escuela de Salamanca se
enfrenta a un momento histórico de gran relevancia,
(...) un momento crucial de cambios: a nivel cultural
–auge del humanismo–, económico –creación de un marco económico moderno–,
político –surge el estado moderno, separación de los poderes de la Iglesia y el
Estado–, social –descubrimiento de América–, eclesial –reforma protestante y
reacción católica, el Concilio de Trento–, teológico (…).[24]
En este contexto, la perspectiva medieval,
fundamentada en el planteamiento aristotélico del dinero como medio de cambio y
estéril en una economía estática, resultaba ineficaz para hacer frente a las
revoluciones comercial y de precios que transformaron la economía y la sociedad
del siglo XVI[25],
haciéndose cada vez más insostenible[26].
Los autores salmantinos realizan un esfuerzo inusitado
para conciliar la perspectiva clásica con estos cambios, manteniéndose fieles
al espíritu doctrinal: en ningún momento suprimen la prohibición de la usura,
basada en la ilicitud de vender por separado la sustancia y el uso en el caso
de bienes fungibles –es decir, de aquéllos cuyo uso es su consumo, como es el
caso del dinero–[27]. No
obstante, se aceptan ciertos ‘títulos extrínsecos’ según los cuáles es lícito
recibir cierto lucro; el más común es el damnum emergens (daño emergente) relacionado
con los riesgos asumidos al prestar; pero también están el lucrum cessans (lucro cesante), el periculum sortis (o
riesgo de incobranza), la poena conventionalis, por demoras en la
devolución del dinero prestado, o el titulus legis civilis, o amparo de
legitimidad en un interés fijado por ley. Al hablar de lucro, dominan la
reflexión sobre el lucro cesante y el daño emergente, que desde 1600 adquieren
prácticamente la misma importancia.
Desde el punto de vista cuantitativo, destaca el
término contractus
y sus derivados (1610 veces); seguido por venta
(1036), iustitia (959), emptio (944) y usura (880). Con
frecuencia superior a 400, aparecen los términos licet (lícito, 720) duda (710),
mutuo (633), cambii (412), iure (457) y pretium (448).
Sorprende la centralidad del término ‘contrato’ en una Escuela considerada
‘escolástica’ y, por lo tanto, anclada en la Baja Edad Media, lo cual lleva a
pensar que la importancia del contrato como arquetipo de las relaciones
sociales hunde su origen en la escolástica bajomedieval, reafirmándose
claramente durante los siglos XVI y XVII en la Escuela de Salamanca. Sin
embargo, conviene destacar qué tipo de contrato se reafirma como arquetipo en
dicha Escuela. Si unimos bajo una misma categoría ‘venta’ y ‘emptio’
(1980 veces) se intuye que los autores salmantinos están pensando en la
relación de compraventa como arquetipo de la relación contractual propia del
mundo mercantil.
En efecto, de los radicales de la economía –propiedad,
moneda y trabajo– destaca sobremanera el tema del dinero, a mucha distancia del
tema de la propiedad. En torno a la propiedad, los temas centrales son: dominium, possesio, propietas, usufructum, emphyteusis, feudo, donatio, census y arrendamiento;
respecto al dinero, destacan: usura, intereses, préstamo, pecunia, lucrum, cambii, census; y el tema del trabajo es prácticamente
irrelevante, mencionando: industria, labor, officium, negotium y opus. Sorprende la escasa importancia del término propiedad, tal
como cabría esperar en la era de la Aristocracia. Respecto a este concepto,
cabe destacar que, según los datos aportados por Barrientos, la centralidad del
término ‘dominium’ para referirse a la propiedad comienza
a ser reemplazado por ‘possesio’ y ‘propietas’ desde comienzos del siglo XVII, en paralelo con lo que sucede en
el resto de Europa durante la modernidad.
VI.
Conclusiones
El análisis de los datos recopilado por Barrientos
ofrece una aproximación a la evolución del pensamiento económico a lo largo de
más de tres siglos, en un momento histórico clave caracterizado por un cambio
paradigmático sin precedentes. La Escuela de Salamanca representa una verdadera
“bisagra” entre la postura clásica
aristotélico-tomista y la vía moderna en materia social y económica, a la vez
que un esfuerzo patente por mantener el espíritu tomista en que se inspira, en
una época de cambios considerables. Se observan en la evolución temporal de la
Escuela cambios significativos en cuanto a ediciones, lugares de publicación,
citas y preocupaciones sociales, lo cual implica, desde un punto de vista
empírico, el reforzamiento de aquellas teorías que proclaman una división entre
los miembros de la Escuela y aquéllos que son influenciados por éstos. Sin
duda, el análisis de los datos de Barrientos muestra cómo la Escuela de
Salamanca llegó a tener un amplio eco al menos en la Europa católica entre 1590
y 1640.
Aunque durante
gran parte del siglo XVI las órdenes religiosas que destacan son franciscanos,
agustinos y dominicos, a finales del siglo XVI adquieren mayor preponderancia
los autores pertenecientes a la Compañía de Jesús, pasando a ser mayoría en
1581, y dominando la proyección de la Escuela desde finales del siglo XVI,
muchas veces con doctrinas que empiezan a distanciarse del tomismo. En el siglo
XVII los jesuitas tienen prácticamente el monopolio de las ediciones en las
grandes ciudades europeas de la época. Así, la sustitución de los mendicantes
por los jesuitas parece asociada a un cambio en la memoria del grupo –menos
referencias ‘medievales’ y ‘patrísticas’, más referencias ‘modernas’–, lo que
sugiere una cierta ruptura temporal y espacial en la escuela, que difícilmente
se puede calificar como una ‘vuelta al pasado escolástico’ sin más. Del
mismo modo, por los temas tratados, se ve que trata de enfrentarse a y resolver
los nuevos problemas más acuciantes del momento.
Si bien para los teólogos de la Escuela de Salamanca
el derecho canónico posee una gran importancia para la resolución de problemas,
el estudio de las citas sugiere desde finales del siglo XVI una creciente
relevancia del derecho romano civil. La justicia es claramente el marco de
referencia fundamental para valorar las acciones que consideran estos autores.
Aunque en el dilema ius-iustitia,
vence iustitia,
el gran cambio a lo largo del desarrollo de la Escuela es la creciente
importancia del ius.
Al menos, la evolución en el tiempo de las referencias utilizadas por estos autores
sugiere una importancia cada vez mayor del derecho, especialmente del civil
romano.
Posiblemente, esta creciente “juridificación” esté en sintonía con las
preocupaciones de los teólogos de la proyección del siglo XVI y XVII en temas
de naturaleza “financiera”. Precisamente, los temas
a que darán mayor importancia serán aquéllos ligados a la moneda o financieros,
así como los asociados al contrato y
las compraventas. El dominio de los problemas financieros, ligados a la moneda,
permite hablar de una doctrina que se enfrenta a los problemas propios de un
mundo urbano, altamente monetizado y donde el comercio es de una importancia
central.
Por último, uno de los datos más sólidos de este
trabajo es el enorme número de referencias dentro de la Escuela al contrato,
sin duda uno de los rasgos centrales de la modernidad. Observamos dos
asociaciones intensas. Por un lado, la frecuente relación entre el término
contrato y las palabras compra o venta. Sin duda, el núcleo de la reflexión se
está refiriendo al nuevo mundo mercantil. Por otro lado, la relación entre
contrato y justicia. ¿Qué justicia? Sin duda la justicia conmutativa, ‘la
propia de los contratos’ como dicen ellos, pero también la justicia
distributiva. En este sentido, la escuela de Salamanca es ya una escuela
‘moderna’ por las preocupaciones a las que se enfrenta, aunque no por ‘cómo’ se
enfrenta a ellas.
En efecto, si hay algo que caracteriza a la Edad
Moderna es el intento de construir una sociedad sobre la base del contrato –la
relación contractual–, como se muestra en pensadores modernos como Hobbes,
Locke, Rousseau, entre otros. Estos autores –llamados precisamente contractualistas– consideran que, en la entraña de la
sociedad, fundándola, no está el don sino la relación contractual. Lo que este
estudio demuestra es que este proyecto social tiene un precedente en la Escuela
de Salamanca, de inspiración tomista, afirmándose claramente durante los siglos
XVI y XVII, lo que posiblemente obliga a desplazar su origen en el tiempo hasta
la Baja Edad Media. Esto podría ayudar a comprender mejor la génesis de la
teoría económica moderna, así como el desarrollo de la historia política de
Occidente.
Así, este trabajo muestra que ya en la Escuela de
Salamanca el contrato es un tema central, tal como plantea el mundo moderno.
Por ello, sugerimos que el estudio sistemático de las semejanzas y diferencias
en la comprensión del contrato entre los salmantinos y los autores posteriores
puede abrir una vía privilegiada para la comprensión de las relaciones entre el
mundo medieval, el humanismo renacentista y la modernidad.
Se ha dicho que el mundo moderno nace cuando se acepta
que todo (patrimonio, trabajo, etc.) es medible por el dinero, y, éste, es una
mercancía más, como el resto de las mercancías: su precio varía con la oferta y
la demanda. Así, en la comprensión capitalista de los cosas, tierra, trabajo y
dinero son mercancías[28]. En
ese universo es muy difícil conciliar la relación contractual y la lógica del
don.
Sin embargo, en la comprensión del dinero de la primera
escolástica, el dinero es un don[29], funda
relaciones de amistad, lo que es el fundamento antropológico de la inmoralidad
de la usura. Frente a ello, la Escuela de Salamanca ha empezado a defender la
teoría cuantitativa del dinero -su valor varía en función de su ‘abundancia’ o
‘carestía’-, lo que sugiere que, en ciertos contextos -entre naciones y en el
comercio internacional-, para estos autores la moneda se comporta como una
mercancía. ¿Cómo afectó esta doble comprensión de la moneda a su visión de las
relaciones contractuales?, especialmente, de los contratos mercantiles y del
préstamo de dinero. Fiel a la tradición escolástica, la escuela salmantina
sigue manteniendo la necesidad de conciliar en los contratos la justicia
conmutativa con la gratuidad propia del don, expresión de la amistad[30]. Pero
sin duda su nueva comprensión del dinero podría dejar sin fundamento
antropológico la prohibición de la usura y sin espacio social a las relaciones
regidas por la justicia distributiva, fundamento de su comprensión estamental
de la sociedad.
ReferencIAs
BIBLIOGRÁFICAS
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liberalismo económico. Madrid: Ediciones La Piqueta, 1947.
Zorroza, Idoya. Francisco de
Vitoria. Contratos y usura. Pamplona:
EUNSA, 2006.
Germán Scalzo
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Universidad Panamericana
Augusto Rodin 498, Insurgentes Mixcoac
03920 Ciudad de México (México)
https://orcid.org/0000-0002-8229-713X
Antonio
Moreno Almárcegui
Facultad
de Económicas
Universidad
de Navarra
Edificio
Amigos, Campus Universitario
31009,
Pamplona, Navarra (España)
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-4725-0325.
[1] Véase, por ejemplo, León Gómez Rivas, “Business Ethics and The History of Economics in Spain «The School of Salamanca: A Bibliography»”, Journal of Business Ethics 22 (1999): 191-202 y Belda Plans, J. “Hacia una noción crítica de la Escuela de Salamanca”, Scripta Theologica, 31 (1999/2): 367-411.
[2] José Barrientos
García, Repertorio
de moral
económica (1536-1570): La Escuela de Salamanca
y su proyección (Pamplona: EUNSA 2011).
[3] Para
hacerse una idea del grado de detalle con el que trabaja Barrientos, fruto del
análisis de las obras recoge un total de 140.929 citas, de las cuales 64.183
describen detalladamente a cada uno de los autores citados.
[4] José
Barrientos García,
Repertorio de moral económica …, 84.
[5] Ibidem, 20.
[6] Vicente Muñoz Delgado, Lógica ciencia y humanismo en la renovación
teológica de Vitoria y Cano (Madrid: Instituto Francisco Suárez del
C.S.I.C, 1980), 51.
[7] Vicente Beltrán de Heredia, “Accidentada
y efímera aparición del nominalismo en Salamanca”, en Miscelánea
de Beltrán de Heredia: Colección de artículos sobre la historia de la teología
española (Salamanca: [Editorial], 1972), 525.
[8]
[9] José
Barrientos García, Repertorio de moral económica …, 84.
[10] Ibidem, 201.
[11] La recopilación de los datos, un minucioso trabajo de varios meses,
fue realizada por Ludovico Mastrocinque, en su carácter de becario de la
cátedra de Historia Moderna bajo la tutela de Antonio Moreno durante el curso
académico 2011-2012.
[12] José Barrientos García, Repertorio de moral económica …, 76.
[13] Las ciudades españolas con mayor número de ediciones son: Madrid,
Barcelona, Salamanca, Toledo, Valladolid, Alcalá de Henares, Zaragoza, Valencia
y Burgos.
[14] Las ciudades europeas con mayor número de ediciones son: Lyon,
Venecia, Colonia, Amberes, París, Roma, Milán, Madrid, Barcelona, Lisboa,
Bruselas y Munich.
[15] José Barrientos García, Repertorio de moral económica …, 201.
[16] Ibidem, 58.
[17] Ibidem.
[18] Vicente Beltrán Heredia, “Accidentada y efímera
aparición del nominalismo…”, 525.
[19] José Barrientos García, Repertorio
de moral
económica …,
58.
[20] Ibidem, 80.
[21] Ibidem, 83.
[22] Para el auge de las universidades en estos siglos y de las
facultades de derecho,
véase Richard L. Kagan, Universidad y sociedad en la España moderna (Madrid: Tecnos, 1981).
[23] Lógicamente, hemos eliminado artículos, preposiciones, adverbios,
así como términos que expresen el carácter de un apartado de una obra (tratado,
libro, cuestión, artículo…) para referirnos únicamente a los
conceptos que hacen referencia al contenido doctrinal de la escuela. También
hemos reunido como un mismo concepto todos aquéllos
derivados con igual significado, por ejemplo, para el caso de contrato: contractus, contracta, contractibus,
contractu, contractui, contractum, contractuum, contrato, contratos. En
este mismo sentido, cabe mencionar además que se ha realizado la búsqueda tanto
en latín como en español, unificando los significados.
[24] Idoya Zorroza, Francisco de
Vitoria. Contratos y usura (Pamplona: EUNSA, 2006), 45.
[25] Véase
Enrique Fuentes Quintana. Economía y
economistas españoles I (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999), 44-45.
[26] Teodoro López. Mancio y Bartolomé de Medina: Tratado sobre la usura y los cambios (Pamplona: EUNSA, 1998),
11.
[27] Véase Idoya Zorroza, op. cit.,
58, y José Barrientos, Un siglo de moral
económica en Salamanca (Salamanca: Universidad de Salamanca, 1985), 77 y ss.
[28] Ésa es
la tesis central de Karl Polanyi en La
Gran Transformación. Crítica del liberalismo económico (Madrid: Ediciones
La Piqueta, 1947).
[29] Para el dinero como don en la escolástica bajomedieval, véase John T. Jr. Noonan, The Scholastic Analysis of Usury, (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1957), 104-105.
Según Noonan esta opinión –la del
dinero como don que funda relaciones personales de amistad- es ampliamente
aceptada -al menos por Guillermo de Auxerra, Raimundo de Peñafort, el
Hostiensis, San Buenaventura, Bernardino de Siena y Antonio de Florencia-, y de
un alcance social grande en la época, pues son figuras principales de la
escolástica.
Así, Bernardino de Siena
(1380-1444), al criticar la usura dice que “la usura concentra el dinero de la comunidad en
manos de unos pocos, como si toda la
sangre del cuerpo de un hombre fuera a la cabeza y dejara los otros órganos
agotados” Citado en ,
John T. Jr. Noonan The Scholastic …
74 (La negrita es nuestra).
Así, la metáfora del dinero como
‘sangre’ del cuerpo social -por tanto ‘alma’ que da vida a la comunidad-
refrenda la comprensión del dinero como don de la vida social de la comunidad.
[30] Esta es la tesis principal de Bartolomé Clavero, Antidora. Antropología Católica de la
Economía Moderna (Milán: Giuffrè Editore, 1991).