CAURIENSIA, Vol. XVII (2022) 1-24, ISSN: 1886-4945 – EISSN: 2340-4256
Doi: https://doi.org/10.17398/2340-4256.17.1
LOS PRIMEROS PASOS DEL SECRETARIADO NACIONAL DE
FORMACIÓN PROFESIONAL DE LA IGLESIA (1957-1960)
THE FIRST STEPS OF THE CHURCH NATIONAL SECRETARIAT FOR
VOCATIONAL TRAINING (1957-1960)
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Recibido: 03/05/2021 Aceptado: 23/06/2021
R
ESUMEN
La erección del Secretariado Nacional de Formación Profesional de la Iglesia, por
la Conferencia de Metropolitanos en el año 1957, integrado y dependiente de la Comi-
sión Episcopal de Enseñanza, modificó las condiciones de la situación jurídica en la que
se encontraban los centros de Formación Profesional de la Iglesia. El Secretariado se
convertía en el representante autorizado de dichos centros, ante la jerarquía eclesiástica
y ante los correspondientes organismos del Estado.
El artículo presenta los comienzos de dicho Secretariado: creación, estatutos,
puesta en marcha y primeras dificultades, tanto internas como externas. Y todo ello bajo
la dirección del obispo de Huelva, Pedro Cantero Cuadrado, que marcará un estilo pro-
pio.
2
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Palabras clave: autonomía administrativa, Cantero Cuadrado, Franquismo, Iglesia,
Secretariado Nacional de Formación Profesional.
A
BSTRACT
The establishment of the Church National Secretariat for Vocational Training, by
the Metropolitan Conference in 1957, integrated and dependent on the Episcopal Com-
mission for Teaching, modified the conditions of the legal situation in which the Church
Vocational Training centers were until then. The Secretariat became the authorized rep-
resentative of said centers, to the ecclesiastical hierarchy and to the corresponding State
organisms.
This article presents the inception of this Secretariat: its creation, statutes, launch
and first difficulties, both internal and external. All this under the direction of the Bishop
of Huelva, Pedro Cantero Cuadrado, who left his personal mark.
Keywords: administrative autonomy, Cantero Cuadrado, Francoism, Church, Na-
tional Secretariat for Vocational Training.
I. INTRODUCCIÓN
Salvo en contadas publicaciones, y es muy poca la información que aportan,
apenas tenemos noticias de la existencia de este Secretariado (en adelante,
SNFP)
1
. Sin embargo, su creación a finales de 1957 y la actuación de su presi-
dente en los primeros años, el obispo de Huelva, Pedro Cantero, resultan deci-
sivas para comprender la actuación de la Iglesia en este campo.
Hablar de la Formación Profesional a cargo de la Iglesia, como ya han se-
ñalado otros autores, supone tener en cuenta, aunque no solo, a las órdenes y
congregaciones religiosas dedicadas preferentemente a esta rama de la ense-
1 Cf. Florentino Sanz Fernández, “La formación profesional del obrero desarrollada por la
Iglesia”, en Bernabé Bartolomé Martínez (dir.), Historia de la acción educadora de la Iglesia en España.
II. Edad contemporánea (Madrid: BAC, 1997), 938-939; Micaela Bunes Portillo, “Instituciones y
programas de formación profesional de adultos en el desarrollo español: la formacn profesional acelerada
en la Organización Sindical (1957-1972), Revista de Educación núm. extraordinario (2000): 361, nota 6.
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ñanza, tanto masculina (lasalianos, salesianos, maristas, jesuitas y escolapios)
como femenina (Hijas de la Caridad, sobre todo)
2
.
Después de la guerra civil, a diferencia de la Organización Sindical, no hay
un plan por parte de estas órdenes y congregaciones para la creación de centros
de Formación Profesional. Pues estos se instalaban en función de las demandas
de municipios, empresas o patronatos privados, e intentaban no coincidir en un
mismo territorio para evitar hacerse la competencia. En cuanto a su distribución
geográfica, se localizaban en las zonas más industrializadas. En el año 1944
había 187, y la mitad estaban en el País Vasco y Cataluña. Si le sumamos los de
Andalucía, Madrid, Asturias y Castilla-León, la cifra alcanza el 75 % de los
centros
3
.
El SNFP, dependiente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, será el en-
cargado de informar, asesorar, inspeccionar y coordinar a los distintos centros
de la Iglesia. Y todo ello a pesar de la oposición inicial de algunos religiosos,
pues la intervención del Secretariado será decisiva a la hora de conceder, distri-
buir e invertir los recursos económicos que la legislación otorgue a dichos cen-
tros mediante el sistema de subvenciones. Además, el obispo de Huelva contará
con un aliado incondicional para llevar a cabo todas estas actuaciones, el direc-
tor general de Enseñanza Laboral, Guillermo Reyna.
II. CREACIÓN DEL SECRETARIADO NACIONAL DE FORMACIÓN
PROFESIONAL DE LA IGLESIA
El acuerdo de constituir un SNFP de la Iglesia nació, en buena medida,
obligado por las circunstancias, a fin de no desaprovechar las ayudas económi-
cas concedidas por la Ley de 20 de julio de 1955 sobre Formación Profesional
Industrial (B. O. E. del 21)
4
.
2 Pau Dávila Balsera, Luis María Naya Garmendia e Hilario Murua Cartón, “La formación
profesional en la España contemporánea: políticas, agentes e instituciones”, Historia de la Educación 33
(2014): 59
3 Cf. Dávila Balsera, “La formación profesional en la España contemporánea”, 62-64. Para
conocer cómo se distribuían durante el franquismo los centros de Formación Profesional de la Iglesia en
el País Vasco y Navarra, la mayoría pertenecientes a institutos religiosos, y qué grados y especialidades se
impartían en cada uno de ellos, resulta imprescindible acudir a Paulí vila Balsera, Hilario Murua Cartón
y Luis María Naya Garmendia, “La Iglesia como agente promotor de la enseñanza profesional en el País
Vasco y Navarra durante el franquismo”, Revista Española de Pedagogía 263 (2016): 167-185.
4 Analizar y valorar esta Ley supera los límites y objetivos del presente trabajo. Sin ánimo de ser
exhaustivo, remito a algunas páginas de los estudios que se han ocupado de la misma: Isabel Gutiérrez
4
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A todo ello había que añadir un hecho importante, que no pasó por alto a la
Conferencia de Metropolitanos: la desunión entre las propias Escuelas Profesio-
nales de la Iglesia, actuando cada una por separado y sometidas a continuos
trámites burocráticos que retrasaban, cuando no entorpecían, las subvenciones
oficiales. Realidad que contrastaba notablemente con la plena libertad de que
gozaban las Escuelas del Movimiento en la creación y el sostenimiento de sus
centros
5
.
Todos estos motivos fueron tenidos en cuenta por los metropolitanos espa-
ñoles. Reunidos en Madrid, del 26 al 29 de noviembre de 1957, sopesaron si
convenía fundar un Patronato Nacional de Escuelas Profesionales de la Iglesia,
que ayudara en el reconocimiento y subvenciones de dichas escuelas, vigilara
su funcionamiento y repartiera equitativamente la ayuda económica del Estado.
La decisión última fue esta:
No se ha estimado necesaria la fundación de un Patronato porque ya existe,
dentro de la Comisión Episcopal de Enseñanza, un Secretariado de Formación
Profesional Industrial que, con sólo ampliar un poco sus actividades, puede
llenar satisfactoriamente este cometido
6
.
Lo cierto es que la realidad se alejaba bastante del optimismo de los metro-
politanos. Entre otras razones, porque estaba todo por hacer. Para empezar, to-
davía no se había constituido dicho Secretariado. Y así, el 30 de noviembre de
1957, justo un día después de haberse reunido la Conferencia de Metropolitanos,
la Comisión Episcopal de Enseñanza determinó lo que sigue:
Se acuerda constituir un Secretariado de Formación Profesional Industrial de
la Iglesia, y se designa para presidirlo al miembro de la Comisión Excmo y
Rvdmo. Don Pedro Cantero, Obispo de Huelva. Este Secretariado tendrá una
Zuloaga y Begoña Idígoras, Datos sobre la Formación Profesional en España (1970-90) (Madrid:
Editorial Complutense, 1990), 52-57; Eduardo Acero Sáez, Crónica de la Formación Profesional
Española. Tomo I: La formación profesional desde el comienzo del aprendizaje artesanal hasta finales de
los años sesenta (Madrid: Ediciones técnicas y profesionales, S. L., 1992), 183-195; Juan José Rodríguez
Herrero, La Formación Profesional en España (1939-1982) (Salamanca: Junta de Castilla y León.
Consejería de Educación y Cultura, 1997), 163-182; María Jesús Martínez-Usarralde, Historia de la
Formación Profesional en España. De la Ley de 1955 a los Programas Nacionales de Formación
Profesional (Valencia: Universitat de València, 2002), 19-28; Patricia Delgado Granados, Formación
profesional, educación y trabajo. Retrospectiva de las Universidades Laborales (Madrid: Biblioteca
Nueva, 2012), 68-87; María Jesús Martínez-Usarralde, “Consideraciones a una ley paradigmática en la
historia de la formación profesional española: la Ley de Formación Profesional Industrial (FPI) de 1955”,
Participación educativa 6 (2015): 107-112.
5 Cf. Vicente Cárcel Ortí (ed.), Actas de las Conferencias de Metropolitanos Españoles (1921-
1965) (Madrid: BAC, 1994), 540-541, 1016.
6 Cárcel Ortí (ed.), Actas de las Conferencias…, 549, nº 1050.
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comisión técnica cuya misión será estudiar y organizar la formación profesio-
nal industrial en el ámbito de la competencia de la Iglesia, promoviendo Es-
cuelas de esta índole, ordenando y ayudando con sus gestiones a las Escuelas
de la Iglesia ya existentes, especialmente en lo que se refiere a planes de estu-
dio, títulos del profesorado, requisitos legales para su reconocimiento oficial, y
obtención de subvenciones
7
.
El recién elegido presidente, el obispo de Huelva, nada más terminada la
reunión de la Comisión de Enseñanza, dedicó los primeros días del mes de di-
ciembre a buscar las personas idóneas para formar parte de la comisión técnica
8
.
A su juicio, se podrían ocupar dos habitaciones de la calle Claudio Coello, 32,
nombrar a una misionera secular como secretaria-archivera; y convencer al
obispo de Vitoria para que dejase venir a Madrid a Ortiz de Zárate como secre-
tario. Si el presidente de la Comisión de Enseñanza, Bueno Monreal, daba su
visto bueno, reuniría a la comisión técnica a primeros de enero de 1958, y haría
un proyecto de estatutos para poner en marcha el funcionamiento del Secreta-
riado y así dar cumplimiento al mandato de la Comisión de Enseñanza
9
.
Por su parte, Bueno Monreal había mantenido dos reuniones el 3 de diciem-
bre: una con los PP. Provinciales de las órdenes y congregaciones religiosas
docentes, y otra con las MM. Provinciales. La primera, a juzgar por lo que es-
cribe a Cantero Cuadrado, resultó bastante tensa: “No se atrevieron a rechazar
la intervención de la Jerarquía, pero se vio claramente que desean la defensa de
la Jerarquía, pero no su intervención. Los mejor dispuestos eran los HH. de las
Escuelas Cristianas”
10
. La segunda reunión con las MM. Provinciales había sido
mucho más grata, pues su disposición era también distinta.
Respecto a las gestiones que había hecho el obispo de Huelva, mostraba su
conformidad con todo, salvo con el nombre que debía ocupar el puesto de se-
7 Acta de la Comisión Episcopal de Enseñanza Religiosa y Catequesis, 30 de noviembre de 1957.
ADSA. Leg. 116/1957/21.
8 La composición de la misma y los nombres que proponía para su aprobación a Bueno Monreal,
como presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, eran los siguientes:
El jesuita Demetrio Ruiz de Alburuza; el salesiano Alejandro Vicente; Mauro Rubio y Pedro Ortíz de
Zúñiga. Todos ellos como representantes del clero secular y regular. Más Carlos de Inza, José María
Mohedano, José Luis Pinillos, una misionera secular, una javeriana y una teresiana. Cantero Cuadrado a
Bueno Monreal, 4 de diciembre de 1957. ADH. FDACZ, Leg. 6.
9 Cantero Cuadrado a Bueno Monreal, 4 de diciembre de 1957. ADH. FDACZ, Leg. 6.
10 Según estadísticas del año 1944, casi un 25 % de los centros regidos por institutos religiosos
estaba en manos de los lasalianos. Sumados a los centros de los maristas, salesianos, escolapios y jesuitas,
por este orden, constatamos que entre los cinco controlaban el 63 % de los centros de Formación
Profesional a cargo de la Iglesia. Cf. vila Balsera, “La formación profesional en la España
contemporánea”, 63.
6
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cretario. Bueno Monreal había pensado en el P. Demetrio Ruiz
11
, y así se lo
había planteado ya al P. Provincial de los jesuitas, pues estaba convencido de
que el obispo de Vitoria no dejaría venir a Madrid a una persona tan valiosa
como el ingeniero-sacerdote Pedro Ortiz de Zúñiga. El primer cometido del P.
Ruiz, una vez instalado en las dependencias de Claudio Coello, debía apuntar
en dos direcciones: una, con la Dirección General de Enseñanza Laboral (muy
fácil por las buenas relaciones que mantenían el director general, Guillermo
Reyna, y el P. Ruiz); y otra con las propias Escuelas de Formación Profesional
de la Iglesia (confección de estadísticas y asesoramiento en cuestiones de reco-
nocimiento oficial, distribución de subvenciones, etc.)
12
.
Entre los primeros pasos para la puesta en marcha de este Secretariado, hay
que destacar también la gestión llevada a cabo por el obispo de Huelva ante el
presidente de las Cortes Españolas. Cantero Cuadrado trataba de evitar, como
de hecho consiguió, que se incluyera en la Ley de Presupuestos un artículo adi-
cional por el que se subvencionaba a las Escuelas de la Iglesia para la Formación
Profesional e Industrial, durante el bienio 1958/1959, con la misma cantidad que
durante el bienio anterior:
Realmente lo que se ventila a favor de la Iglesia –escribe a Bueno Monreal–
rebasará en el próximo bienio a los 50 millones de pesetas, ya que de año en
año va aumentando la recaudación para esta finalidad. Quieren dorar la píldora
diciendo que subvencionarán a las Escuelas Profesionales de la Iglesia con la
misma cantidad que en el bienio 1.956-1.957. Como la Ley de Enseñanza Pro-
fesional e Industrial entra de lleno en la legislación concordada, supongo que
no pasará ese artículo adicional, que iba a calificar yo, en confianza, de fur-
tivo
13
.
Superados todos los trámites, la organización del Secretariado quedó cons-
tituida el 10 de enero de 1958. La Comisión Episcopal de Enseñanza, reunida
en el Palacio Episcopal de Ciudad Rodrigo, aprobó la creación de una Junta y
una Comisión Permanente. La primera la presidía Pedro Cantero, con un direc-
11 No hay que olvidar que Bueno Monreal había sido obispo de Vitoria entre los años 1950 y 1954.
Conocía al P. Demetrio Ruiz de Alburuza y sabía que tenía experiencia en el campo de la enseñanza
profesional, pues había fundado las Escuelas Profesionales de “Jesús Obrero” en la misma ciudad.
Ruiz de Alburuza ocuel cargo de director técnico del SNFP hasta el año 1959, pues Cantero
Cuadrado no estaba contento con su gestión. Lo consideraba “portavoz del pensamiento de la FERE más
que de la Jerarquía Eclesiástica”. Fue sustituido por el salesiano Julián Ocaña, que a partir de ese momento
se convirtió en el gran impulsor y coordinador del Secretariado.
12 Bueno Monreal a Cantero Cuadrado, 9 de diciembre de 1957. ADH. FDACZ, Leg. 6.
13 Cantero Cuadrado a Bueno Monreal, 9 de diciembre de 1957. ADH. FDACZ, Leg. 6.
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tor técnico, el P. Demetrio Ruiz de Alburuza, y once vocales
14
. La segunda es-
taba formada por cinco vocales de la Junta: un jesuita, el P. Demetrio Ruiz; un
salesiano, el P. Provincial Alejandro Vicente; Mauro Rubio Repullés, consilia-
rio nacional de la JOC; Federico de la Lastra Crespo, ingeniero industrial; y Ana
María López Díaz-Otazu, secretaria general de la Institución Teresiana. En la
misma reunión del mes de enero quedaron aprobados los estatutos del SNFP,
que luego serían modificados con ocasión de la reorganización del propio Se-
cretariado, el 1 de septiembre de 1959.
Conseguido el respaldo de sus compañeros obispos, el presidente del Se-
cretariado quería caminar con pie seguro y todos a una: el Ministerio de Educa-
ción, la Dirección General de Enseñanza Laboral y la Iglesia. En una de las
primeras cartas escritas al director general de Enseñanza Laboral, Guillermo
Reyna, le confesaba que había puesto sus mayores ilusiones sociales “como
Obispo y como español” en el SNFP, a la vez que albergaba la esperanza de un
entendimiento pleno entre los dos, como de hecho así ocurrió
15
.
Además, –subrayaba Cantero–, era urgente fijar, de común acuerdo, unas
bases normativas y luego un reglamento para todo lo relacionado con la autori-
zación, reconocimiento y subvenciones de los nuevos centros de Formación Pro-
fesional de la Iglesia. Pues lo que hasta entonces había sucedido entre las Es-
cuelas de Formación Profesional y la Dirección General, demostraba falta de
unidad de criterio, relaciones de lentitud y carencia de normas objetivas, con
perjuicio del bien común. El P. Demetrio Ruiz había elaborado ya unas normas
concretas, que podrían aplicarse provisionalmente, a la espera de una aprobación
definitiva
16
.
Una prueba del clima de colaboración, confianza y cordialidad que se iba
fraguando entre Cantero y Reyna, amén de la falta de una decidida intervención
por parte del Estado, es el contenido de la carta fechada el 5 de noviembre de
1959:
[…] considero importantísimo y fundamental que el Secretariado colabore con
nosotros, elaborando los planes de estudios y cuestionarios precisos, para a ser
posible, poner en marcha esta especialidad y otras varias en el próximo curso.
14 A los nombres que ya había propuesto a Bueno Monreal, en principio para formar parte de una
comisión técnica, hay que añadir ahora el de Alberto García Crespo y el de Federico de la Lastra Crespo.
En cuanto a los nombres de la teresiana, javeriana y misionera secular, que habían quedado pendientes, se
decide que serán, respectivamente, Ana María López Díaz-Otazu; Concepción pez Morales y María
Luisa Luca de Tena Brunet.
15 Cf. Cantero a Reyna, 17 de febrero de 1958. ADH. FDACZ. Leg. 6.
16 Cantero a Reyna, 17 de febrero de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 6.
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Hoy por hoy creo que es ésta la s importante misión que puede cumplir el
Secretariado, ya que la Dirección General, absolutamente agobiada de trabajo,
no dispone del tiempo necesario para poder preparar, por ahora, los planes y
cuestionarios precisos para la implantación de nuevas especialidades.
17
.
III. LOS ESTATUTOS DEL SNFP Y PRIMERAS DIFICULTADES
Los primeros artículos de los estatutos fijaban la naturaleza y misión de este
Secretariado. Dependiente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, se definía
como un “organismo de la Jerarquía Eclesiástica al servicio del apostolado en
el campo de la formación profesional masculina y femenina” (art. 2.º). Y su
misión quedaba resumida en estos cinco puntos:
a) Orientar y fomentar la educación cristiana y la formación profesional de la
juventud masculina y femenina en conformidad con las normas de la Santa
Sede y de la Jerarquía Eclesiástica.
b) Promover, perfeccionar y proteger los centros de formación profesional de
la Iglesia en todo el ámbito de sus necesidades.
c) Actuar ante los Poderes Públicos para conseguir que en la legislación de esta
rama de la enseñanza se armonicen los derechos de la familia, de la Iglesia y
del Estado.
d) Coordinar y poner al día los planes de estudio en los centros de formación
profesional de la Iglesia, dentro de las disposiciones legales, y en conformidad
con las exigencias del apostolado, a fin de obtener una mayor eficacia en la
formación profesional.
e) Estimular y mantener, en todo lo posible, la mayor cooperación entre los
diversos centros de formación profesional de la Iglesia, y establecer contactos
con aquellos centros y organizaciones españolas y extranjeras que se preocupan
de la formación profesional y apostólica en el mundo del trabajo. (art. 3.º)
18
.
17 Reyna a Cantero, 5 de noviembre de 1959. ADH. FDACZ. Leg. 6. De hecho, hasta 1963 no se
establecen los planes de estudio; una prueba de que la Ley de 1955 respondía más a necesidades políticas
que económicas. “No era el momento –afirma Rodríguez Herrero– sino político de diseñar unos estudios
normalizados que condujesen al desarrollo de perfiles profesionales de nivel bajo, como tampoco había
surgido la necesidad de una planificacn económica”. Rodríguez Herrero, La Formación Profesional en
España (1939-1982), 82.
18 Los primeros estatutos y las modificaciones posteriores pueden consultarse en ADSA, Leg.
116/1958/25 y ADCR, Caja H-7.
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Para su organización y funcionamiento se constituyeron los siguientes ór-
ganos rectores: una presidencia, que correspondía a un obispo, miembro de la
Comisión de Enseñanza; una dirección técnica, a cuyo cargo se encomendaron
siete secciones del Secretariado
19
; una Junta de Gobierno y una Comisión Per-
manente (arts. 6-8). Más tarde se añadió una Comisión Económica, que no apa-
rece en los estatutos, pues se creó posteriormente como consecuencia de la au-
tonomía administrativa concedida al Secretariado. De esta autonomía y de los
pasos que se dieron hasta conseguirla, hablaremos más adelante.
En la primera redacción de los estatutos, las competencias fundamentales
del Secretariado quedaron en manos de la Junta de Gobierno. Luego pasaron a
la Comisión Permanente y a la Comisión Económica; una y otra, integradas por
los mismos miembros
20
. La Comisión Permanente se encargará, entre sus fun-
ciones principales, de informar previamente los expedientes de creación, auto-
rización y reconocimiento de los centros de Formación Profesional de la Iglesia.
Así como de proponer las normas de concesión, distribución e inversión de las
subvenciones del Estado y de los fondos disponibles del Secretariado. Por su
parte, el cometido primordial de la Comisión Económica será el estudio de las
necesidades de los centros y la aprobación y distribución de todas las subven-
ciones, de acuerdo con las normas legales establecidas y las indicaciones espe-
cíficas de la Comisión Episcopal de Enseñanza.
Tanto la Comisión Permanente como la Económica contaban con una Ase-
soría técnica, que se ocupaba también de la selección y adquisición de la maqui-
naria correspondiente, de los equipos, laboratorios y talleres; el asesoramiento a
los centros de la Iglesia y privados; la asesoría técnica de obras, etc.
Los primeros meses de funcionamiento del Secretariado resultaron particu-
larmente difíciles para su presidente. Uno de los problemas más urgentes, a los
19 Recogidas en el art. 6de los Estatutos: 1.ª Planificacn y creación de Centros; 2.ª Pedagógica;
3.ª Jurídica; 4.ª Administrativa; 5.ª Inspección; 6.ª Formación del Profesorado; 7.ª Relaciones con otras
organizaciones nacionales y extranjeras de formación profesional. En el mismo artículo se contemplaba la
posibilidad de modificar o de ampliar estas secciones por parte de la Comisión Episcopal de Enseñanza, a
propuesta de la Comisión Permanente.
Lo cierto es que sólo funcionaron como tales secciones, dotadas de personal adecuado, la 1.ª, 4.ª, 5.ª
y una añadida posteriormente, la 8.ª, Sección de Centros Femeninos. El resto de secciones se mantuvo,
pero dependientes en mayor medida de la Comisión Permanente, que en la práctica asumía sus funciones.
Cf. Informe de Julián Ocaña, S. D. B., director cnico del SNPF de la Iglesia. Madrid, 16 de marzo de
1966. ADCR, Caja H-7.
20 En el año 1966 eran los siguientes: el obispo presidente; el director técnico; el secretario general;
el administrador general; el inspector central; el ingeniero asesor; el aparejador asesor de obras; la
encargada de centros femeninos; el presbítero Manuel Villares; la javeriana Concha López Morales y la
teresiana Ana María López Díaz-Otazu.
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que tuvo que dar respuesta el obispo de Huelva, fue la relación con la Federación
Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE). Ya Bueno Monreal se había
dado cuenta en la reunión mantenida con los PP. Provinciales, citada más arriba:
los religiosos querían la protección de la Jerarquía, pero no su intervención. En-
tre otras razones, si no la principal, porque a partir de ahora sería el SNFP el
interlocutor directo con el Estado. Y quien, por tanto, acabaría por determinar
las subvenciones, los reconocimientos y autorizaciones de los centros
21
. Ante
esta situación, la actitud del presidente del Secretariado no iba a ser precisa-
mente la contemporización. Esto escribe al P. Laraña a mediados de septiembre
de 1958:
Sigo con mis hondas preocupaciones en torno al problema nacional de la ense-
ñanza católica en España, y más concretamente en torno al Secretariado Nacio-
nal de F. P. de la Iglesia. Sentiría verme obligado a proponer ciertas resolucio-
nes, que quisiera evitar. Vd. conoce mi franqueza y nobleza en todos mis actos
personales y de gobierno, pero no seré nunca un Presidente de paja mientras
esté donde estoy colocado no por mi voluntad, sino por encargo de la Jerarquía
Eclesiástica
22
.
Y a Ortiz de Zúñiga, que muchos meses antes le había advertido del posible
peligro de un “centralismo absorbente” por parte del Secretariado, contestó lo
siguiente:
Dejar al Secretariado una misión de tutela y consejo, equivaldría a condenarle
a muerte a bobo, dados los intereses que están en juego. Sentado el principio
21 Las peticiones o presiones al presidente Cantero, a la hora de reclamar las subvenciones, no iban
a venir sólo de los religiosos, sino de sus propios compañeros:
“He recibido dos ruegos –escribe a Bueno Monreal–, que casi son de queja, de parte de los Sres.
Arzobispos de Burgos y Zaragoza, indicándome que se atienda a dos centros de formación profesional,
fundados por ellos en sus respectivas sedes arzobispales” Cantero Cuadrado a Bueno Monreal, 11 de
noviembre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 5.
Al mes siguiente recibió otra petición del arzobispo de Santiago de Compostela, Quiroga Palacios,
para que tuviera en cuenta una Escuela de Formación Profesional, que organizaba el sacerdote Manuel
García Valiño en uno de los arrabales de La Coruña. Cantero Cuadrado a Quiroga Palacios, 16 de
diciembre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 5.
Y también hubo peticiones de algunos obispos, como el de Solsona o el de Urgel. El primero, a la vez
que le felicitaba por sus buenos comienzos como presidente del Secretariado, aprovechaba la ocasión para
recordarle que en su diócesis contaba con una Escuela Diocesana de Formación Profesional a la que le
vendría muy bien la subvención concedida por el Estado. Tarancón a Cantero, 17 de febrero de 1958. ADH.
FDACZ. Leg. 5. En cuanto al obispo de Urgel, necesitaba urgentemente una ayuda de tres millones de
pesetas para dos colegios diocesanos. Especialmente para uno, el de Tremp, donde había invertido ya más
de seis millones largos, en parte con los ahorros de toda su vida. Iglesias y Navarrí a Cantero Cuadrado, 7
de febrero de 1964. Y respuesta de Cantero, 12 de febrero de 1964. ADH. FDACZ. Leg. 6.
22 Cantero Cuadrado al P. Laraña, S. J., 16 de septiembre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 6.
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de que los centros adscriptos al Secretariado se han de considerar como los
únicos centros de la Iglesia ante la Jerarquía Eclesiástica y ante el Estado, evi-
tamos las consecuencias de ese cantonalismo disgregador y anárquico, con per-
juicio del mismo prestigio de los centros de formación profesional de la Igle-
sia
23
.
Porque si había una idea obsesiva en la mente del obispo de Huelva, era la
de evitar a toda consta un cantonalismo que estaba debilitando la influencia de
la Iglesia en el mundo obrero español. El cantonalismo constituía, a su juicio,
una lacra; y la mejor manera de combatirla era organizando un movimiento ju-
venil obrero similar a la JOC internacional. Si bien consideraba que la JOC es-
pañola no tenía mucho peso
24
, y que la HOAC con los actuales dirigentes no era
de fiar, entendía que la primera podía hacer una doble labor: realizar una cam-
paña nacional a favor de la formación profesional obrera, e incorporar al ideal
de la JOC minorías selectas entre el alumnado de los centros de Formación Pro-
fesional de la Iglesia, del Estado y, especialmente, de las Universidades Labo-
rales. Este encuadramiento de los alumnos, al menos inicialmente, había que
hacerlo “con mucha prudencia, y hasta con discreto silencio”
25
, porque podía
molestar o despertar recelos entre los dirigentes de algunas delegaciones estata-
les o paraestatales.
En concreto, le preocupaba el Frente de Juventudes. Por eso pedía opinión
al sacerdote de Madrid y teólogo, Ramiro López Gallego
26
, para saber el terreno
que pisaba. Cantero Cuadrado pensaba que la influencia de la Iglesia en el
mundo obrero español, a través de las Delegaciones Nacionales del Movimiento
Nacional, no era directa sino prestada. Y si bien la JOC en esos momentos no
tenía por qué inquietar ni al Frente de Juventudes ni a la Delegación Nacional
de Sindicatos, sí podría hacerlo en el futuro cuando alcanzara “dimensiones de
masa y estilo apostólico moderno”. A juicio de López Gallego nada había que
23 Cantero Cuadrado a Ortiz de Zúñiga, 20 de enero de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 5.
24 Y era verdad. Ya fuera porque la legislación franquista no permitía este tipo de asociaciones,
por el escaso apoyo que recibió de la mayoría de los obispos, o por otros motivos, el hecho es que “la JOC
española nunca fue numerosa como en Francia, en Bélgica o incluso en Holanda. Tal vez las diócesis que
tuvierons afiliados fueron Bilbao y San Sebastián de 1958 a 1960; pero en ninguna otra (ni Madrid, ni
Barcelona, ni Valencia, ni Sevilla) se logró la adhesión de grandes masas […]”. Josep Castaño Colomer,
La JOC en España (1946-1970) (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1978), 51.
25 Cf. Cantero Cuadrado a Rubio Repullés, 19 de febrero de 1958. ADH. FDACZ, Leg 5.
26 Uno de los nombres, a juicio de González de Cardedal, que representaba la situación teológica
española anterior a 1959. Profesor del Seminario de Madrid, organizador de la Semana de Teología, y
elegido por el episcopado español como experto teólogo para auxiliar a los obispos en los trabajos del
Concilio. Cf. Olegario González de Cardedal, La teoloa en España (1959-2009). Memoria y prospectiva
(Madrid: Ediciones Encuentro, 2010) 49-50.
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temer, siempre que la JOC se españolizase y la jerarquía eclesiástica no pusiera
al frente de sus organizaciones apostólicas a personas hostiles o poco entusiastas,
cuando no indiferentes, al Régimen
27
.
Lo que no esperaba Cantero Cuadrado era encontrar resistencias a este mo-
vimiento juvenil dentro de las propias órdenes y congregaciones religiosas:
Actualmente me estoy esforzando por vencer las resistencias e incomprensio-
nes que encuentro dentro de la misma Casa de Dios, concretamente de los reli-
giosos, que rigen muchos de estos centros de la Iglesia, y que quieren mantener
sus capillitas, tales como las Secciones Obreras de las Congregaciones Maria-
nas, Antiguos Alumnos Salesianos, etc. Espero que estas resistencias se de-
rrumbarán por su base, pues la Jerarquía Eclesiástica tiene en sus manos el grifo
de las subvenciones legales a dichos centros, ya que dichas subvenciones se
otorgan por la Dirección General de Enseñanza Laboral a centros reconocidos
“dependientes de la Jerarquía Eclesiástica”
28
.
Al comienzo del Secretariado, el obispo de Huelva buscará un apoyo espe-
cial en el de Málaga, Herrera Oria. En la carta que le escribió el 7 de octubre de
1958, llamaba su atención sobre el hecho de que eran muy pocos los católicos,
y entre ellos los religiosos, salvo jesuitas y salesianos, los que habían compren-
dido la importancia de la formación profesional. Un campo tan trascendental
que rebasaba los mites de la enseñanza, pues millares de aprendices de los
distintos centros profesionales estaban ahora en manos de la Iglesia. Y, según
Cantero, ahí podrían seguir en el futuro. Pues “si atendemos a esta masa con la
formación de minorías selectas obreras y vamos derechamente a la organización
de un movimiento juvenil obrero, dentro de unos años el pensamiento y el espí-
ritu del mundo del trabajo español puede estar en nuestras manos”
29
.
IV. LA CUESTIÓN ECONÓMICA
Un Decreto del Ministerio de Trabajo, de 8 de enero de 1954, había esta-
blecido una cuota para la Formación Profesional del 1 % sobre todos los salarios
de los trabajadores. Esta tasa se distribuía entre las Escuelas Profesionales de
27 Cf., respectivamente, Cantero Cuadrado a López Gallego, 23 de diciembre de 1958. ADH.
FDACZ, Leg. 5; y López Gallego a Cantero Cuadrado, 3 de enero de 1959. ADH. FDACZ, Leg. 5
28 Cantero Cuadrado a López Gallego, 23 de diciembre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 5. El mismo
pensamiento puede verse en la correspondencia que mantiene con el obispo de Málaga, Herrera Oria, o el
arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea. También en el editorial que publicó la revista Ecclesia, el 8
de noviembre de 1958, y que llevaba por título: Apostolado jerárquico y formación profesional.
29 Cantero Cuadrado a Herrera Oria, 7 de octubre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 5.
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los Ministerios de Educación Nacional (40 %), Agricultura (10 %) y Trabajo
(10 %); el resto (40 %), entre las que pertenecían a la Organización Sindical,
llamadas también Escuelas del Movimiento. Las Escuelas Profesionales de la
Iglesia habían quedado fuera de esta distribución de subvenciones. Ahora, la
Ley de 20 de julio de 1955 (art. 20) aumentaba la cuota inicial en un 50 %, y
destinaba un 25 % de este aumento a los centros e instituciones de Formación
Profesional Industrial dependientes de la Jerarquía eclesiástica que estuviesen
reconocidos por el Ministerio de Educación Nacional
30
.
Estos porcentajes fueron modificados por Decreto de 26 de octubre de 1956
(BOE de 30 de octubre) que fijó definitivamente las cuotas de los Seguros So-
ciales Unificados, Organización Sindical y Formación Profesional en el 19 %
de los salarios, calculado sobre las retribuciones sujetas a cotización en virtud
de lo dispuesto en los Decretos de 29 de diciembre de 1948 y 17 de junio de
1949. De ese 19 %, el 1,20 % se destinaba directamente a la Formación Profe-
sional, correspondiendo el pago del 1 % a la empresa y del 0,20 % al trabajador.
Las empresas estatales y paraestatales estaban obligadas a cotizar un 0,50 % más
que las privadas para este fin.
Los fondos procedentes de la cuota de Formación Profesional, una vez de-
ducido el 5 % que se reservaba el Instituto Nacional de Previsión, se dividían en
dos partes. La primera equivalía a dos tercios de la cantidad total recaudada, y
la otra, al tercio restante.
Los dos tercios se distribuían así:
40 % al Ministerio de Educación Nacional.
40 % a la Secretaría General del Movimiento.
10 % al Ministerio de Agricultura.
10 % al Ministerio de Trabajo.
30 Desde la promulgacn de la Ley, el citado incremento se calculaba en unos 125 millones de
pts. anuales como mínimo. Por lo tanto, a los veintiséis centros reconocidos de la Iglesia le correspondían
aproximadamente unos 31 millones. Un informe sobre las Escuelas de Formación Profesional Industrial
consideraba esta cantidad muy baja en relación con las necesidades de estos centros de la Iglesia, cuyas
enseñanzas eran gratuitas y el material escolar cuantiosísimo, además de necesitar grandes naves para
talleres. En cuanto al escaso número, veintiséis, se debía al hecho de que los Patronatos Provinciales, en
manos del profesorado oficial, encargado de informar y tramitar las peticiones de reconocimiento, ponían
dificultades o no cursaban los expedientes. Cf. Informe sobre las Escuelas de Formación Profesional
Industrial. ADSA, Leg. 116/1956/17 bis.
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El otro tercio:
50 % para centros de Formación Profesional del Ministerio de Educación Na-
cional.
25 % para centros de Formación Profesional de la Iglesia.
25 % para centros de Formación Profesional privados.
Como este cálculo podía resultar un tanto confuso e inducir a error acerca
de la participación de cada organismo en el total recaudado, el director del SNFP
de la Iglesia, Julián Ocaña, reducía los tantos por ciento anteriormente señalados
a sus equivalentes sobre la totalidad
31
:
1.º Ministerio de Educación Nacional…………………………… 43, 333 %
2.º Secretaria General del Movimiento………………………….. 26, 666 %
3.º Ministerio de Agricultura…………………………………….. 6, 666 %
4.º Ministerio de Trabajo………………………………………… 6, 666 %
5.º La Iglesia……………………………………………………... 8, 333 %
6.º Enseñanza Privada…………………………………………..... 8, 333 %
Estos fondos (25 % de un tercio o el 8, 33 % del total) son los únicos de
que disponía el Secretariado para ayudar a los centros de Formación Profesional
Industrial y Bachilleratos Laborales reconocidos. Y un porcentaje del 25 % del
6, 66 del total, con destino exclusivo a las dos Escuelas de Formación Profesio-
nal Náutico-Pesquera (Ondarroa y Huelva).
Desde el principio, el criterio del presidente del Secretariado fue destinar
las subvenciones a los gastos necesarios para el sostenimiento de los centros
reconocidos, con el fin de actuar conforme a la legalidad vigente y de la manera
más eficiente. El resto podía quedar de reserva o distribuirse de común acuerdo
entre el Secretariado y la Dirección General de Enseñanza Laboral. Además,
quería evitar que el dinero llegase sólo a algunos centros de congregaciones re-
ligiosas, en perjuicio de otros. Así se lo comunicaba por carta confidencial a
Guillermo Reyna:
La razón es la de conseguir que las subvenciones del Estado se dediquen ex-
clusivamente a su finalidad legal, y en la forma más eficiente para la marcha
31 Cf. Realidades y posibilidades económicas de la Formación Profesional de la Iglesia en España.
Informe de Julián Ocaña, S. D. B., director técnico del SNPF de la Iglesia. Madrid, noviembre de 1959.
ADCR, Caja 21, Carp. 11.
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del gran proceso emprendido en España al servicio de la formación profesional
de la juventud obrera española. Pues, tal vez se concedan subvenciones impor-
tantes a centros reconocidos de algunas Congregaciones Religiosas, con per-
juicio para otras Congregaciones, y para fines tangenciales a los objetivos di-
rectos de dichas subvenciones. ¿Conforme? Urge, pues, que el Secretariado,
como tal, concuerde con la Dirección General de Enseñanza Laboral algunas
bases, con fundamento legal, para esta tarea. Ya hablaremos sobre ello.
Por delicadeza del asunto, me permito enviar esta carta a su propio domi-
cilio, para que no caiga en manos ajenas. No tengo inconveniente en que Vd.
lea esta carta al Excmo. Sr. Ministro, y nadie más que a él
32
.
Y volvió a insistir por carta al director general que las subvenciones conce-
didas a los centros reconocidos fueran destinadas a su sostenimiento y a la ad-
quisición indispensable de maquinaria. Sólo en casos extraordinarios se podrían
conceder créditos para ampliación de obras. La partida para construcción de
obras era mejor destinarla a ayudar a centros simplemente autorizados, para que
luego pudieran pasar a reconocidos, o reservar una cantidad considerable para
nuevos centros de la Iglesia instalados en regiones españolas más necesitadas
de formación profesional. Y, en cualquier caso, todo menos “distribuir más o
menos alegremente créditos que podrían emplearse con más eficacia
33
.
Interpelado por esta última frase, Reyna le contestó el 23 de febrero de 1959
tratando de tranquilizarlo. El contenido de la carta muestra claramente la política
de colaboración y apoyo económico por parte del Estado a la Formación Profe-
sional de la Iglesia. Porque tanto Reyna como Cantero coincidían en plantea-
mientos y objetivos. Y si había alguna discrepancia, el director general estaba
dispuesto a resolverla. Lo que él había hecho hasta ahora en todo lo referido a
obras y reparto de créditos estaba plenamente justificado. No se habían asignado
más o menos alegremente, sino destinado exclusivamente a locales de carácter
docente por la importancia de los centros y la situación de sus inmuebles. Para
demostrarlo, adjuntaba a la carta una relación de las obras realizadas en los cen-
tros de Formación Profesional dependientes de la jerarquía eclesiástica, con la
cuantía correspondiente en pesetas. Por su importancia lo presentamos como
tabla.
32 Cantero a Reyna, 28 de noviembre de 1958. ADH. FDACZ, Leg. 6.
33 Cf. Cantero a Reyna, 18 de febrero de 1959. ADH. FDACZ, Leg. 6.
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TABLA 1: OBRAS REALIZADAS EN LOS CENTROS DE FORMACIÓN
PROFESIONAL DE LA IGLESIA.
C e n t r o s Año 1957 Año 1958 Contraído para
1959
Escuela Diocesana Vitoria,
solar
500.000, ––– –––
Escuela Diocesana Vitoria,
construcción edificio
500.000, 2.750.000, 2.750.000,
Escuela Profesional Zarauz,
edificio
450.000, ––– –––
Escuela Salesiana de
Pamplona, honorarios
Arquitecto
2.572,20
–––
–––
Escuela Jesús Obrero de
Vitoria, obras
499.877,78 ––– –––
Escuela Cristo Rey de
Miranda de Ebro, obras
487.684,18 ––– –––
Escuela San José de Málaga,
obras
269.600, ––– –––
Escuela Madre de Dios de
Huelva, ampliación de
talleres
–––
661.548,75
–––
Escuela Escuela Técnica de
Olot, Barcelona, obras de
ampliación
–––
685.828,30
–––
Escuela Revilla Gigedo de
Gijón, nave de talleres
––– 499.123,06 –––
Escuela Cristo Rey de
Valladolid, línea alta tensión
––– 445.375, –––
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Escuela Química de
Indauchu, construcción de
planta
––– 499.276,47 –––
Escuela Salesiana de
Pamplona, obras
––– 1.180.000, –––
Escuela Cristo Rey de
Valladolid, nave de
carpintería
––– 499.674,40 –––
EscuelaSalesiana de Sarriá,
Barcelona, pabellón
––– 3.513.751,32 –––
Escuela San Miguel de
Bassauri, honorarios
proyecto
––– 28.025,03 –––
Escuela Instituto Católico de
Artes e Industrias, Madrid,
obras
–––
568.044,50
–––
Escuela Somorrostro,
Vizcaya, obras
––– 1.000.000, –––
Escuela Cristo Rey de
Miranda de Ebro, obras de
albañilería
–––
–––
499.921,09
Escuela Loyola de Aranjuez,
construcción nave taller
mecánico
–––
–––
433.706,53
T o t a l e s 2.709.734,16 12.330.646,83 3.683.627,62
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RESUMEN
Año 1957 2. 709.734,16
Año 1958 12.330.646,83
Año 1959 (1) 3.683.627,62
Total
18.724.008,61
(1) Contraídos en 1959 hasta 24 de febrero.
Fuente: Carta de Guillermo Reyna a Cantero Cuadrado. 23 de febrero de 1959.
ADH. FDACZ. Leg. 6.
Además, gracias a una “escrupulosísima administración” –sostenía Reyna–,
no se habían gastado la totalidad de los créditos, sino se había dejado un rema-
nente, tal y como quería Cantero, que acumulado de los dos años anteriores as-
cendía a 120 millones de pesetas. Criterio que el director general pensaba seguir
manteniendo, acompañado de una política de “convertir en realidad, lo que hasta
ahora han sido meras entelequias”. Se refería a los centros estatales de Forma-
ción Profesional. Pero lo mismo quería hacer con los centros de la Iglesia, “mu-
chos de los cuales –añadía–, a pesar de estar reconocidos, se encuentran todavía
en deficientes condiciones de instalación. Por ejemplo, un ochenta por ciento
por lo menos, carecen de laboratorios y dotarles de ello requiere, en la mayor
parte de los casos, la realización de obras de envergadura
34
.
Y, de todos modos, seguiría fielmente a partir de ahora las indicaciones del
presidente del Secretariado:
Lo expuesto no significa, naturalmente, que no estime en todo lo que vale su
criterio, de considerar con especial cuidado la aprobación de nuevas obras, por
lo cual y desde este momento le prometo, no autorizaré ninguna sin su previa
conformidad. En consecuencia, antes de la toma de razón del gasto, remitiré a
Vd. informe pormenorizado de las obras que se proyecte realizar, –con las ra-
zones que las justifican– y que no serán autorizadas hasta recibir su aprobación.
De esta manera estimo podrá juzgar Vd. mismo, respecto a la conveniencia de
que se lleven o no a la práctica
35
.
34 Cf. Reyna a Cantero, 23 de febrero de 1959. ADH. FDACZ. Leg. 6.
35 Reyna a Cantero, 23 de febrero de 1959. ADH. FDACZ, Leg. 6.
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Como las ayudas económicas eran sólo para los centros reconocidos, el di-
rector general estaba dispuesto, mediante la compensación con créditos presu-
puestarios, a buscar una solución para aquellos centros autorizados que, por su
especial interés para la Iglesia, conviniera poner en condiciones de ser recono-
cidos
36
.
A pesar de las facilidades concedidas desde la dirección general de Ense-
ñanza Laboral, la Iglesia no estaba conforme
37
. Porque había una cuestión fun-
damental que condicionaba y limitaba las posibilidades de apostolado en el
campo de la enseñanza profesional: la enorme desproporción entre la cantidad
que se recibía como subvención, y lo que se iba acumulando como remanente
de años anteriores. Por ejemplo, el presupuesto asignado en el año 1958 ascen-
día a 102.578.532, 65 pts. Lo recibido por los centros de la Iglesia: 35.450.484,
57 pts. Y lo no recibido (remanente para 1959): 67.128.048, 08 pts., que era
prácticamente el doble, sólo en intereses habría producido en un año 1.342.560,
96 pts.
Otro asunto importante que la Iglesia quería solucionar era la desigualdad
de trato que, a su juicio, daba la Ley de Formación Profesional Industrial a los
centros de la Iglesia y privados respecto a los centros del Movimiento y sindi-
cales. Desigualdad que se traducía en el coste de la enseñanza (más cara en los
centros de la Iglesia y privados), y la cantidad de ayuda recibida en relación con
el número de alumnos. Si la distribución de la recaudación total del 1, 20 % de
la tasa para Formación Profesional fuera equitativa, debería corresponder a los
centros no oficiales el 38, 82 % y a los del Movimiento –Sindicales– el 14, 98 %
de la totalidad. Por el sistema actual, en cambio, la Iglesia percibía solamente el
8, 33 %, lo mismo que la enseñanza privada, tal y como se aprecia en la siguiente
tabla. Son datos del año 1958, con una recaudación aproximada de 878.896.060,
11 pts, pensando en la realidad de la distribución actual y la que debería hacerse
teniendo en cuenta la proporción por alumnos y no por organismos.
36 Reyna a Cantero, 23 de febrero de 1959. ADH. FDACZ, Leg. 6.
37 Mientras no indique lo contrario sigo el informe del director del Secretariado, Julián Ocaña,
citado más arriba: Realidades y posibilidades económicas de la Formación Profesional de la Iglesia en
España.
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TABLA 2. CUADRO DE PROPORCIONALIDAD POR NÚMERO DE ALUMNOS
1958-1959 –ESPECIALIDADES REGLADAS–
Centros Alumnos Recibido Proporc. Recibido Proporcional
Oficiales 22.596 56,60 % 46,20 % 497.158.286,88 406.049.979, 77
Movimiento
Sindicales
7.273
26,66 %
14,98 %
234.313.689,62
131.658.629, 80
Iglesia y
privados
19.033
16,66 %
38,82 %
146.424.083,61
341.187.450, 54
Fuente: Realidades y posibilidades económicas de la Formación Profesio-
nal de la Iglesia en España. ADCR, Caja 21, Carp. 11
Así que la Iglesia, por medio del presidente del SNFP, pedía a partir de
ahora autonomía para administrar por sí misma los fondos que, por disposición
de la propia Ley, correspondían a los centros reconocidos dependientes de la
jerarquía eclesiástica. Con dichos fondos, que deberían incluir los remanentes
de años anteriores y ser proporcionales al número de alumnos, se podían crear
nuevos centros de Formación Profesional, masculinos y femeninos, y ayudar
eficazmente a los centros autorizados. Igualmente, había que acabar con la limi-
tación impuesta por la comisión económica de la Junta Central de Formación
Profesional Industrial, que fijó un límite máximo de subvención de 750.000 pts.,
en concepto de sostenimiento, a los centros de la Iglesia.
A partir del informe ya citado de Julián Ocaña, el obispo y presidente Can-
tero expuso todo esto por carta al director general. Si se querían evitar perjuicios
morales, culturales y económicos a la expansión y desarrollo de la Formación
Profesional de los centros de la Iglesia, había que acabar con el actual modo de
proceder, y conceder al SNFP un margen de confianza y autonomía administra-
tiva. Si para conseguirlo no quedaba más remedio que introducir enmiendas le-
gales al apartado f) del art. 20 de la Ley de Formación Profesional de 20 de julio
Los primeros pasos del secretariado nacional de formación profesional de la iglesia (1957-1960)
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de 1955 y otras disposiciones concordantes, el Secretariado propondría el estu-
dio y la adopción de dichas enmiendas
38
.
Para conseguir la autonomía administrativa de todos los recursos señalados
en la Ley, fueron decisivas las gestiones de Cantero ante Franco y el ministro
de Educación Nacional, Jesús Rubio García-Mina. Ambos desconocían los de-
talles de tipo legal y el resto de cuestiones ya expuestas en el informe de Ocaña
y en la carta citada anteriormente. Y todos, incluido Reyna, apoyaron los crite-
rios y deseos expuestos por el presidente del Secretariado, que había encontrado
el camino s directo para reformar no sólo el campo de la enseñanza profesio-
nal de la Iglesia, sino también el de la enseñanza católica en España:
Mi experiencia en las relaciones con los organismos oficiales me viene demos-
trando que en la altura de éstos encuentra la Jerarquía Eclesiástica mayor com-
prensión y mayores facilidades que en el personal dirigente de las secciones
dependientes de las Direcciones de los distintos Departamentos del Ministerio
de Educación Nacional
39
.
V. CONCLUSIÓN
La erección del SNFP por la Conferencia de Metropolitanos en el año 1957,
integrado y dependiente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, modificó las
condiciones de la situación jurídica en la que se encontraban los centros de For-
mación Profesional de la Iglesia. El Secretariado se convertía en el representante
autorizado de dichos centros, ante la propia jerarquía eclesiástica y ante los or-
ganismos del Estado encargados de la Formación Profesional en España.
Los comienzos del SNFP estuvieron muy ligados a la persona del obispo
de Huelva, Pedro Cantero Cuadrado. Es conocida su leal e incondicional adhe-
sión al régimen franquista, convencido de que la Iglesia debía colaborar con el
Estado en favor del bien común. Aquello que algún autor ha denominado “pos-
tura posibilista” dentro de la pastoral social del episcopado español, liderada por
el cardenal Herrera Oria
40
, y al que Cantero consultará en varias ocasiones.
38 Cf. Cantero a Reyna, 9 de noviembre de 1959. ADCR, Caja 21, Carp. 11.
39 Nota enviada por Cantero al Secretariado del Episcopado Español. 7 de enero de 1960. ADCR,
Caja 21, Carp. 11.
40 Cf. Enrique Berzal de la Rosa, “Contribución de la Iglesia a la reconstrucción del sindicalismo
de clase en España durante el franquismo”, Historia Actual Online 35 (2014): 113-126; Enrique Berzal de
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Fuera o no acertada su política centralista como presidente del Secretariado,
lo que no se le puede negar es criterio propio y determinación en todas sus ac-
tuaciones. La primera, si no la principal, fue poner orden en la distribución de
las subvenciones del Estado a los centros reconocidos de la Iglesia, que hasta
ese momento llegaban sólo a algunos de determinadas órdenes y congregaciones
religiosas en detrimento de otros.
Fracasó, sin embargo, en su intento de crear un movimiento juvenil obrero
similar a la JOC internacional, que hubiera evitado su mayor preocupación: el
cantonalismo apostólico y económico en la vida social del catolicismo español.
Pues estaba convencido de que la Iglesia católica en España tenía en esos mo-
mentos una oportunidad única para preparar, a gran escala, los cuadros dirigen-
tes del movimiento obrero católico entre los millares de alumnos de las Escuelas
profesionales de la Iglesia, de las Escuelas de Maestría Industrial y de las Uni-
versidades Laborales
41
. Y el SNFP iba a ser precisamente el instrumento coor-
dinador y propulsor de todo.
La buena sintonía y amistad entre el director general de Enseñanza Laboral
y el presidente del Secretariado hicieron posible uno de los logros personales
más importantes de Cantero Cuadrado: la autonomía administrativa de las sub-
venciones concedidas a los centros reconocidos de Formación Profesional de la
Iglesia. Fruto de ese buen entendimiento, reflejo también de las relaciones de
dependencia entre la Iglesia y el Estado durante esos años, fue la concesión de
la Gran Cruz Pontificia de la Orden de San Silvestre a Guillermo Reyna. Dos
años antes, en 1960, el obispo de Huelva había recibido del Estado la Orden
Civil de Alfonso X el Sabio.
la Rosa, “Iglesia y cuestn social en el primer franquismo. Entre el posibilismo y la ruptura”, Historia
Actual Online 43 (2017): 117-130.
41 Esta concepción elitista de la acción apostólica, como ha señalado Moreno Seco, era propia de
los militantes jocistas de los años sesenta y del catolicismo social europeo del momento. El mismo
fundador de la JOC, Joseph Cardijn, había declarado en el Congreso de la Juventud Obrera, celebrado en
Madrid el año 1960: “adelante, a la conquista de todos los jóvenes trabajadores”. Cf. Mónica Moreno Seco,
“Cruce de identidades: masculinidad, feminidad, religión, clase y juventud en la JOC de los años sesenta”,
Historia y Política 37 (2017): 155.
Otra cosa distinta es que el obispo Cantero participara de los planteamientos teológicos o de los
medios pastorales empleados por la JOC europea de Cardijn. Por ejemplo, el obispo consiliario de la
Acción Católica, Mons. Vizcarra, la calificaba de “ardientemente sindicalista” y con “miembros
socialistas”. Cf. Florentino Sanz Fernández, “La acción educadora de la Iglesia sobre la juventud obrera”,
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José Manuel Alfonso Sánchez
Facultad de Educación.
Universidad Pontificia de Salamanca
Calle Henry Collet, 52-70
https://orcid.org/0000-0002-2674-1021
Eulalia Torrubia Balagué
Facultad de Educación.
Universidad Pontificia de Salamanca
Calle Henry Collet, 52-70
https://orcid.org/0000-0001-7534-057