Manuel SUANCES MARCOS. Reflexiones de un filósofo al atardecer

Manuel Lázaro Pulido
Reseña de libro

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Manuel SUANCES MARCOS. Reflexiones de un filósofo al atardecer. Madrid: Ed. UNED, Ed. Sindéresis (Col. Biblioteca de Humanidades Salmanticensis. Serie Pensar la Edad Media Cristiana), 2019. 24 x 17 cm. 344 pp. ISBN: 978-

84-16262-68-7.


Una de las características de la investigación filosófica española es la prevalencia de los estudios sobre los aspectos históricos de la filosofía sobre los análisis sistemáticos. Incluso cuando se investiga sobre un tópico de la filosofía sigue siendo mayoritaria la perspectiva histórica. Es lógico apoyarse en la tradición filosófica o las doctrinas de otros filósofos para fundamentar la reflexión propia, pero, con frecuencia, nos sale (me incluyo también) el historiador de la filosofía que llevamos dentro. Ante este panorama que no juzgamos, sorprende libros como el que presentamos ahora del profesor jubilado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Manuel Suances Marcos.

El filósofo, y aquí se puede decir con propiedad, nos propone una reflexión que como indica el título de la obra está realizada al atardecer de la vida, recordando el verso de san Juan de la Cruz, un autor que, por cierto, se hace presente en la obra.

La obra se divide en dos partes que tiene como eje central la reflexión sobre la existencia. En la “Introducción. El porqué y el sentido de este libro” (pp. 11-16) el autor señala el sentido del libro y explica en sus líneas el porqué esta obra no podía sino girar en torno al problema (y también a la vivencia) de la existencia, de la propia (“Lo que aquí he intentado es una cosmovisión personal, elaborada durante muchos años y ex- traída sobre todo del diario personal”, p. 16) y de la de todos, porque la existencia es una cuestión intrínseca al ser humano…, y en ello filosófica: “La subjetividad existen- cial es el fuego que alimenta la filosofía” (p. 12), afirma Manuel Suances. No es de extrañar que autores como Kierkergaard, Unamuno, Cioran, H. Arendt… hagan su apa- rición ya desde la introducción. Y es desde esta cuestión perentoria a todo ser humano que se estructuran las dos partes, como el mismo autor explica y que nosotros señala- mos: “De aquí emana la estructura de la obra que tiene dos partes. La primera es una exposición fenomenológica de los grandes problemas existenciales. Es ver la vida en su complejidad. Naturalmente se eligen unos cuantos problemas representativos, no todos, evidentemente. Y la segunda parte es la axiología de la existencia, es decir, el conjunto de valores, sobre todo éticos, para orientar y dar sentido a la vida. Estas dos partes tienen un carácter netamente filosófico que pueden compartir diferentes ideologías” (p. 16).

Y para dar forma a la intención que el mismo autor reconoce, la “Primera parte: Fenomenología de la existencia. Carácter problemático y ambivalente de la vida hu- mana: la mezcla de mal y de bien, de dolor y de gozo” (pp. 17-166), intenta un ensayo sobre los grandes problemas de la vida para esclarecer nuestra trayectoria y destino (p. 20). Como la existencia abarca a todo ser humano y pide de nosotros una reflexión filo- sófica, el autor hace gala de las estrategias de reflexión filosófica universales a través de las dos perspectivas más influyentes, y que el autor conoce muy bien a través de su



trayectoria intelectual: Occidente que “ha dicho un ‘sí’ rotundo e inmediato al mundo y a la vida, a pesar de sus dolores y desdichas… En una palabra, para Occidente, la afir- mación del mundo y de la vida es el cimiento inconmovible, la piedra angular. Sobre ella construirá todo el edificio de su cosmovisión, valores y cultura.” (p. 19) y Oriente que “dará de entrada un ‘no’ rotundo y apriórico al mundo y a la vida … el sentido de la cosmovisión y cultura oriental es un profundo mensaje de liberación de esta vida que es esencialmente dolor y fruto de un inexplicable trastorno.” (p. 19-20). Esta visión atra- viesa la obra dándole un carácter universal. Y decir universal significa hacerse cargo de la condición humana: su lado numinoso y su lado tenebroso: “el bien y el mal, el gozo y el sufrimiento, la alegría y la tristeza, la esperanza y la desesperación, el triunfo y la derrota, el crecimiento y la destrucción, el amor y el odio, la libertad y los condiciona- mientos, la aceptación y el rechazo, la ganancia y la pérdida, el triunfo y la derrota, la soledad y la compañía, la paz y la guerra, la felicidad y la desgracia, la belleza y la fealdad…” (p. 19). Teniendo en cuenta esto se van desgranando los capítulos atendiendo esta relación bivalente, lo positivo como en el “Capítulo I: El lado luminoso de la exis- tencia: sentido y belleza de la vida”: su valor intrínseco, el impulso del amor, el estímulo del trabajo, las pequeñas alegrías de la vida cotidiana, el goce de la naturaleza, la belleza del arte y los momentos intermitentes de armonía y plenitud…; pero también lo oscuro, como en el “Capítulo II: El lado sombrío de la existencia: El problema del mal y del dolor”, es decir, la constatación, ya expresada en diversas expresiones occidentales (como el valle de lágrimas) o orientales (como el gran principio budista) de que la vida es esencialmente dolor, tener conciencia de ello, la presencia de los males y dolores del mundo, lo que plantea la problemática específica del mal y dolor humanos y que provoca el enfrentarse a las contradicciones de la vida humana y la presencia de la crisis existen- cial y la falta de sentido y las estrategias al respecto como son la aceptación y la supera- ción del dolor. Las contradicciones existenciales, sin embargo, no deben porque llevar al hombre a un callejón sin salida. Manuel Suances nos propone un camino de respuesta del sentido de la vida humana donde el hombre juega, filosóficamente, un papel prota- gonista, de asunción de su existencia en sí y abierto a los demás y al mundo. Los capí- tulos que siguen responden, pues, a la pregunta: “¿Cuál debe ser esa actitud primera?

¿Cómo afrontar la vida y su problemática?” (p. 81). Las respuestas continúan en los capítulos siguientes: en libertad y tomando las riendas de la vida (“Capítulo III: Libertad y determinación”), tomando conciencia de sí pero abierto a los demás para no caer en el miedo al vacío, en una comunicación auténtica (Capítulo IV: Soledad y comunicación). La vida se presenta como proceso (Capítulo V: El problema del tiempo: todo pasa), lo que lleva al autor a preguntarse con Unamuno: “Como dice Unamuno; pasará el mundo, pasaremos nosotros también con él” (p. 134). Todo el proceso desde el inicio hasta la pregunta vital fundamental, la muerte nos invita a seguir combinando intimidad con la comunicación del dolor.



“En la primera parte –escribe el autor– se desarrolló una visión de conjunto de los grandes problemas con que se enfrenta la vida humana y que la hacen tan espesa y enig- mática. Toca ahora sondear ese cúmulo de valores con los que el hombre tiene que desenvolverse en ese mar encrespado. Y así, realizar una existencia digna, teniendo que elegir y priorizar entre esos valores que se le ofrecen (p. 169)”. Para ello en la “Segunda parte. Axiología de la existencia: orientación en valores y búsqueda de sentido” (pp. 167-336) desgrana en cinco capítulos los valores subyacentes y muchas veces eminentes de las cuestiones existenciales. De ahí que el “Capítulo VI: La búsqueda del propio ca- mino: “sé tú mismo, sé el que eres” parte de la cuestión axiológica de la propia identidad existencial, expresado en la cuestión occidental socrática “conócete a ti mismo”, se vale de uno de sus autores de cabecera de la existencia oriental Jiddu Krishnamurti (1895- 1986) y del existencialismo occidental, preferentemente Kierkegaard y Unamuno. Ello supone una única cuestión y diferentes soluciones, pues si el primero no reconoce el concepto de persona, ni la continuidad del yo, sí los segundos y sus resultados en la apertura al Tú han de diferir. “Después de reflexionar sobre el yo y el conocimiento de sí mismo en el capítulo anterior, se abre ahora el camino del conocimiento de las cosas, esencial para la orientación y desarrollo del propio ser. Y ese conocimiento aparece de inmediato en la propia conciencia” (p. 201), a ello se dedica el “Capítulo VII: Por la senda del conocimiento sapiencial”, un esfuerzo que va desde la actitud de ver y obser- var hasta la búsqueda de la verdad y sus diferentes caminos: la percepción alerta y la atención: riqueza y aportaciones que conlleva, la acción y transformación que lleva con- sigo la percepción alerta, la importancia de saber escuchar y aprender, la meditación o vaciamiento de la mente, la vía negativa para liberar la mente, el carácter vital del co- nocimiento. Este carácter sapiencial de la existencia humana lleva al autor a reflexionar sobre “Capítulo VIII: Ideales, valores y modelos”, estableciendo un criterio de jerarquía axiológica desde el “ordo amoris” (Capítulo IX: El amor, plenitud de la vida) que cons- truye una acción de sentido: Capítulo X: La bondad y la compasión, sentido último de la existencia.

Estamos de acuerdo con el autor en cuanto a la consecución de sus propósitos que expone en la “Conclusión” (pp. 337-338): “como queda reflejado en el texto, una pri- mera parte se ha volcado en la reflexión de los grandes problemas del ser humano tal y como se desarrollan en nuestro tiempo. No es un análisis pormenorizado de las situacio- nes concretas del mundo actual. Sino que es una visión filosófica última de éstas en la que quedan asumidos los sucesos particulares. Y la segunda parte es una toma de postura ante esa situación, eligiendo fundamentalmente los valores éticos para orientar todo ese bullicio interno que hierve en el ser humano. Los valores éticos son universales en su última instancia” (p. 337). Sus compañeros de viaje, ya comentados, y estudiados por el autor a lo largo de su dilatada y fructífera vida académica, le han proporcionado una visión universal del recorrido existencial del hombre y de su propia vida. Y es de agra- decer que comparte ello, desde la reflexión filosófica. El autor puede sentirse satisfecho,



efectivamente “Finis coronat opus si bene factum est circulum”. Lo ha conseguido y en ello ha contribuido también la Editorial Sindéresis y la Editorial UNED por su apuesta que nos ha permitido participar de esta preciosa reflexión filosófica, la de un atardecer que será el alba para muchos de sus lectores.


Manuel Lázaro Pulido

UNED


TEOLOGÍA


José BARRIENTOS GARCÍA. La Facultad de Teología de la Universidad de Salamanca a través de los libros de visitas de cátedras (1560-1641). Madrid: Editorial Sindéresis (Colección de Pensamiento Ibérico e Hispanoamericano), 2018. 24 x 17 cm. 1148 pp. ISBN: 978-84-16262-56-4.


Siempre hay que agradecer cuando se publica uno de esos trabajos que abren (con las llaves de la paciencia, la experiencia y el trabajo experto y metódico) los cierres que suponen aquellos documentos que esconden la vida interna de una tradición intelectual. Y es lo que ocurre con la reciente publicación de esta obra sobre la Universidad de Salamanca en casi un siglo de su historia (de su pleno apogeo al comienzo de su deca- dencia).

Se trata de un nuevo trabajo de José Barrientos García. Reconocido investigador sobre la Escuela de Salamanca, como vemos en los libros sobre justicia y moral econó- mica –Un siglo de Moral económica en Salamanca (1526-1629) (1985); Repertorio de moral económica (1526-1670) (2011)–, y estudioso de varios de los autores que confi- guran dicha Escuela (Francisco de Vitoria, Pedro de Aragón, Domingo de Soto, Martín de Ledesma….) o que fueron sus víctimas (Fray Luis de León, del que publicó Fray Luis de León: Escritos desde la cárcel. Autógrafos del primer proceso inquisitorial, 1991; Fray Luis de León y la Universidad de Salamanca (1996); entre otros trabajos). En este libro, Barrientos saca sistemáticamente toda la información contenida en las fuentes de la historia de la Universidad salmantina (principalmente el Archivo de la Catedral de Salamanca, el Archivo General de Simancas, el Archivo Real Chancillería de Valladolid y sobre todo el Archivo de la Universidad de Salamanca) revisando con método y exhaustividad sus Libros de visitas de cátedras, Libros de Claustros, de ma- trículas, de pruebas testificales de cursos, de bachilleramientos, de licenciamientos y doctoramientos, de juramentos de grados, de cuentas, de procesos de cátedras, de pro- visiones y posesiones de cátedras, Expedientes de ingreso de colegiales, Estatutos…, para realizar una fina descripción de cuál fue la vida de la Universidad de Salamanca en su Facultad de Teología. La descripción, jalonada de abundantes citas tomadas de las

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